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lunes, diciembre 25, 2006

AGUILILLA Y LAS CONSECUENCIAS DEL OPERATIVO MITOTERO EN MICHOACAN

Ya todos sabemos que los pesados salieron de la región hace buen rato, así que solo quedan los "burros" para dar el show en los medios, sin embargo hay otras victimas del "estado de sitio de facto", los habitantes, y la gente que no tiene los medios para defenderse legalmente de los abusos, ahora, de los milicos, esos siempre terminan siendo molestados y COMPROMETIDOS SI HABLAN DE MAS. El temor es generalizado, que cuando estos mitotes terminen las represalias serán terribles.

Atrapa a pueblo el narco y el Ejército
25 de Diciembre del 2006
Actualizado: 3:52:45 AM hora de Cd. Juárez
Militares en un plantío en Aguililla
# Huyen pobladores de Aguililla, Michoacán, tras el megaoperativo; temen venganza al salir fuerzas federales

Nota original:

Francisco Castellanos J.
Proceso

Aguililla, Michoacán— Los pobladores de este municipio, azotado primero por el narcotráfico y ahora también por el “megaoperativo” de fuerzas federales, se quejan:

“Estamos prisioneros, atrapados y sin salida de este pueblo. Por un lado, el acoso de las diversas células del narcotráfico que operan en la región, y por otro, el de la autoridad federal. Hubo días en que estuvimos en estado de sitio: sin víveres, sin gasolina, sin dinero.”

Por eso mucha gente que se resistía a emprender el éxodo –a veces a Estados Unidos– se está yendo también, al punto de que los habitantes de esta cabecera municipal ya no llegan ni a 7 mil, de los alrededor de 10 mil que había hace unos cuatro años. Existen ya más de 300 casas sin ocupantes y decenas de ranchos abandonados y en ruinas... y están aumentando porque, mientras el cielo es atravesado por helicópteros, y camiones de la PFP y del Ejército Mexicano patrullan Aguililla, sus pobladores, con una fuerte carencia de empleos, temen la venganza de los narcotraficantes cuando las fuerzas de seguridad se vayan.

Un comerciante, al que le aterran tanto las fuerzas federales como las células del narco que secuestran, roban y ejecutan, cuenta que en los momentos en que los soldados y helicópteros salen a la sierra “se descuelgan al pueblo dos que tres narcotraficantes con sus trocas y música de narcocorridos. En cuanto a mis ventas, se han desplomado hasta en un 90 por ciento, y a veces no vendo ni 30 pesos diarios”.

Por su parte, el propio alcalde Miguel Ávila Sánchez manifiesta: “Para mí, el megaoperativo no es más que una pomadita para la herida. Se necesita continuar buscando la medicina para el mal, y es un mal más severo que el cáncer o el Sida, pues se trata del narcotráfico y la delincuencia organizada. Pero el gobierno sabe bien que ha provocado todo; que lo que nos falta son fuentes de empleo, porque si tenemos a nuestra gente ocupada con trabajo, no tiene que andar buscando por otro lado...”.

De extracción perredista, el presidente municipal acepta que durante su campaña él ofreció fuentes de empleo, “y estoy tratando de trabajar de acuerdo a las necesidades del municipio”. Pero, apunta, el gobierno federal no hace llegar suficientes recursos al estado, y éste, a su vez, derrama poco a los municipios.

“Por eso me quejo. Por eso le pido al gobierno federal que salde el compromiso que tiene. Felipe Calderón debe cumplir con los compromisos que estableció, pues fue él quien aseguró: ‘Soy el presidente del empleo’. Vamos a ver si es cierto. Es poco tiempo para criticarlo; pero hay que ver si es cierto.”

Mientras tanto, el edil es contundente: “Este pueblo parece un cementerio. Usted ya lo vio: está solo. Ya se fueron muchos, otros se murieron, otros andan prófugos, cuando en otras épocas en estos días todo era alegría, un gentío que no cabía en las calles y la plaza”.

Además, refiere, “a Televisa le dije esto mismo que le digo a usted, porque es necesario que se sepa, pero no lo difundieron. Me entrevistaron para el programa Atando Cabos de Denise Maerker, y sólo pasaron dos pedacitos, lo que le convenía a la empresa. Si lo que digo perjudica al presidente de la República, entonces ¿para qué me piden mi opinión? Y aclaro que yo no trato de perjudicar a nadie, sino cumplir lo mejor posible mi función”.

Por lo pronto, en Aguililla, “la fiesta del 12 de diciembre, la principal, se acabó. Ya no vienen braceros este mes a visitar a sus familias. Las calles están solas, igual que los comercios. Digo lo que miro y lo que siento, lo que estamos viviendo, y si eso molesta al gobierno federal, no es mi culpa”.

Consideró que el operativo debió ser un proyecto bien estudiado, pues el gobierno federal tiene suficiente personal y el mejor equipo logístico. “Qué se ganan con que anden todo el día los helicópteros de aquí para allá, con que haya puestos de revisión, si lo que más falta son empleos y mercados para los productos”.

Por ejemplo, precisa, “aquí se siembran de 700 a 800 hectáreas de hortalizas, principalmente jitomate, pero la cosecha se echó a perder por falta de mercado. No hubo a quien vendérselo y la gente ya no quiere sembrar”.

Más aún, “durante dos temporadas estuvimos insistiendo en que se nos apoyara con el mercado. Nadie nos hizo caso, y la gente perdió. Ya no quiso invertir, y es obvio que busca ‘otras salidas’”.

– ¿No sabe de gente que se haya ido del pueblo después del megaoperativo?

– Sí, claro que sí. Dicen que Dos Aguas está casi solo. Ya casi nadie vive ahí. Fue donde mataron a los seis elementos de la procuraduría. También fueron los medios a ese pueblo; pero sólo dijeron lo que les conviene. Hablo de Televisa.

Atrapados

De manos arrugadas, callosas, sentada en el pórtico de una antigua casona de adobe en la calle principal, mientras teje una carpeta en punto de cruz, una comerciante de frutas lamenta:

“Ay, señor, viera qué feo está aquí por eso de los narcos... Hacen lo que quieren”, señala mientras se persigna.

– ¿Y la gente del norte?

– Ya no vienen. Han matado a mucha gente. Ha muerto mucha, mucha gente, y luego a los padres de los que se mueren les dicen que se vayan. Si sigue así, nos vamos a quedar solos de al tiro. Hay puro nuevo, nuevo...

“Por ejemplo, mataban a un hijo y a los padres los obligaban a que se fueran. Se ha puesto muy feo, señor. No de ahorita, ya tiene tiempo. A una señora dueña del mejor hotel del pueblo la secuestraron, le quitaron un rancho y su hotel. Se tuvo que ir del pueblo. Se llama Lolita. Así de feas están las cosas, señor.”

Por su parte, el comerciante mencionado antes, quien fue funcionario del gobierno de Aguililla y pidió reservar su nombre, no difiere de la vendedora de frutas.

¡Pásele, pásele, porque afuera está cabrón! Si lo ven que no es de aquí, ¡cuidado! -advierte al reportero.

La pesadilla, dice, empezó hace como un año, con los secuestros y asesinatos, y aunque está de acuerdo en que debe haber empleos, primero debe procurarse la seguridad.

“Para qué queremos empleos en Aguililla cuando hay una bola de malandrines que matan, secuestran y asesinan a su antojo. Hay que poner las cosas en su lugar. Primero una cosa y después la otra.” De otro modo, “¿quién va querer venir a trabajar? Si hasta los que nos surten de mercancías ya no quieren entrar a este pueblo. Hay proveedores que no quieren venir, porque los agarran, los investigan, los roban y hasta los matan”.

– ¿Qué opina la ciudadanía de Aguililla del operativo?

– Que está bien. Quienes hacían tropelías en grande ya se salieron de aquí. Estoy consciente de que es cuestión de largo tiempo. De que ellos vean quiénes son las cabezas, ¡y sobre ellas! Es muy fácil. No es difícil, pues tienen toda la información.

“Más ahorita, cuando hay tan poquita gente. Hace dos semanas no podíamos salir a la calle. No teníamos gasolina porque no dejaban entrar a la pipa; no teníamos gerente de banco porque lo amenazaron. Tenemos unas 300 casas solas porque se fueron las familias. Hay decenas de ranchos abandonados.

“Pero en lo personal felicito a Felipe Calderón por lo que está haciendo, pues hace un mes no podía salir a la calle. A las seis de la tarde había que encerrarse y no asomarse a ver qué pasaba.” Sin embargo, “creo que la Federación no trae un plan completo. No saben a lo que venían. Que hablen con los Ministerios Públicos Federales de Uruapan, Apatzingán y Morelia... Más tarda en llegar la noticia de que agarraron a alguien, cuando ya está libre”.

El comerciante reniega: “Mire, el Ejército los agarra. De aquí se los llevan a Apatzingán o a Uruapan. En esas ciudades, el Ministerio Público los deja libres. Son muy corruptos, y de ahí no pasan. Así que el gobierno de Felipe Calderón debe empezar a platicar con los MPF, pues guardan los expedientes de quienes se dedican al narco. Así se puede tener la información completa. Sería entonces preciso recabar esa información, venir con órdenes de aprehensión y reaprehender a los narcotraficantes”.

Coincide en que las amenazas, crímenes, robos y secuestros son de hace tiempo, no de ahora, por lo que miles de habitantes de Aguililla han emigrado.

“Sólo quedamos cuando mucho 7 mil”, comenta en el mismo momento en que pasa una camioneta con un equipo de sonido a todo volumen. Se trata de una canción: “Aguililla, Michoacán, otra vez triste te miran. Ha muerto Félix Cornejo. Muy triste fue su partida. También Amado Patiño. Los dos perdieron la vida...”.

El comerciante interrumpe su relato para explicar: - ¡Óigalos, ahí van!

Para agregar en medio de una risa nerviosa:

“Hablando de ellos... y no los hallan... Y ahorita son poquitos. No más se va el gobierno a los ranchos, y empiezan a salir las camionetas. Oiga, si somos tan poquitos... ¿Usted cree que no es fácil detectarlos?

“Mire, usted ahorita anda muy a gusto con su camarita, porque están escondidos. Si no estuviera el Ejército, ya lo habrían levantado. Caso concreto: Hace 24 días vinieron dos periodistas de una agencia informativa de Morelia, y los levantaron los narcos. Así de sencillo. Si no hubiera presencia policiaca, usted ya no estaría aquí, oiga.”

– ¿Aún así viven a gusto aquí?

– Mire, ¿adónde vamos? La situación está cabrona. Aquí se ve más porque el pueblo es pequeño. ¿Adónde vamos? ¿Adónde correría usted? Aquí están nuestras raíces, nuestros hijos. Somos prisioneros sin rejas. Estamos atrapados en Aguililla...

Los abusos

Explican las autoridades y pobladores que hace como 18 años se dio un fenómeno de dolarización en Aguililla. Ello trajo consigo una serie de abusos de la entonces Policía Judicial Federal (PJF) y del Ejército. Se desataban enfrentamientos entre gente del pueblo y la PGR, e inclusive fue detenido el alcalde Salomón Mendoza Barajas. Había bajas de un lado y del otro. Toda una guerra sin cuartel.

Los elementos de la PJF fueron acusados de destruir diversos cultivos de granos básicos y hortalizas, ya que “los confundieron” con plantaciones de mariguana, denunció en ese entonces el presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Aguililla, Arturo Contreras Godínez. Hoy ya ni ese organismo existe en el pueblo. Nadie quiere el cargo.

Contreras Godínez había denunciado igualmente que los pobladores de esa región eran víctimas de la prepotencia, la extorsión y la violación de derechos individuales por parte de los agentes judiciales federales y el personal del Ejército, que cada 15 días instalaban retenes en la zona.

Los habitantes de Aguililla recuerdan que sobre la carretera que conduce a Apatzingán -en la desviación a Dos Aguas (La Paz)-, a 15 kilómetros de la cabecera municipal, se instalaba un retén permanente del Ejército Mexicano. Los militares, dicen, eran majaderos con la gente, e inclusive golpeaban con una tabla a quienes llevaban aliento alcohólico. Y cada 15 días, por las noches, algunos judiciales y militares instalaban otros puntos de revisión para extorsionar a los que cruzaban.

En cuanto a la destrucción de cultivos, se denunció que, por ejemplo, el 12 de noviembre del 2002, dos helicópteros de la Procuraduría General de la República destruyeron con sustancias químicas una tomatera de aproximadamente una hectárea al “confundirla” con un cultivo de mariguana.

De acuerdo con la queja presentada en la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH) por el propietario del cultivo, Guillermo Alejandrez Rivera, estaba en su rancho La Gloria cuando escuchó el ruido de dos helicópteros. Al salir, vio que sobrevolaban su plantío y le rociaban sustancias químicas. Acudió a la CEDH para pedir ayuda y le pagaran lo que había gastado en la tomatera (15 mil pesos). Nunca recibió ninguna indemnización..

Para llegar al rancho La Gloria, en medio de lo abrupto de la sierra, existen cerros repletos de plantíos de mariguana, pero nunca han sido tocados por los agentes antinarcóticos, que, afirman los pobladores de la región, justifican su labor destruyendo plantíos de jitomate, frijol y maíz.

Por ejemplo, el jefe policiaco de Tototlán, Lauro Fuentes Comijo, dio en aquellas fechas fe de estos acontecimientos y el acta respectiva fue firmada por dos testigos, Wulfrano Alejandrez Gil y Francisco Villalobos Cruz. En total fueron 25 las quejas de este tipo enviadas a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). Y nunca se tradujeron en una recomendación.

En El Limón, otro jefe policiaco declaró que han tenido muchos problemas con el Ministerio Público del fuero común, que se negaba a recibirles a delincuentes detenidos aunque, en uno de esos casos, las acusaciones provenían de un grupo de 50 personas. “Siempre ponen pretextos o ‘se arreglan’ con los inculpados y al rato están libres”.

Un campesino de la zona confirma: “Este hecho no es aislado; es común que se dé con los agentes del Ministerio Público en Aguililla. Vienen los licenciados como servidores públicos en un plan de joder”.

Y “como en esta región existe mucho narcotráfico, piensan que en Aguililla hay dólares a morir, y vienen a barrerlos. Lo cierto es que el municipio no está produciendo dólares como para venir a barrerlos con recogedor. Piensan que hay mucho dinero, joyas, armas y dólares. De manera que, para que los agentes del Ministerio Público reciban una demanda, lo primero que hay que hacer es darles dinero, por lo menos 500 pesos. Si no, no atienden a nadie”.

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