Cuahutemoc Arista hace un interesante análisis en Proceso:
El primer fraude, de la CIRT.
cuauhtémoc arista/ apro.
México, D.F., 25 de abril (apro).-.
Como los políticos dicen representar a la gente, y en realidad son expresiones encarnadas de intereses grupales, los comentaristas representan a sus jefes, pero dicen ser la voz del público. No fue otro el papel de Joaquín López Dóriga al “entrevistar” a López Obrador en su programa radiofónico, y no en otro sentido logró la retractación del candidato –que al parecer mantiene la novedosa tesis de que si no hace enojar a Televisa, ésta será imparcial--acerca de la línea política que eligió el consorcio a partir de la aprobación de su ley en el Congreso.
En el mismo sentido, los medios de comunicación ya hicieron su trabajo: se constituyeron en fuentes de la ventaja virtual de Felipe Calderón en las preferencias electorales. Además, desde antes del debate intentaron contrarrestar la idea de que López Obrador sería el centro del mismo, debido a la insistencia del PRI-PAN en marcarla simbólicamente. Ante tan evidente error, los amos de la superficialidad oportuna se encargaron de inocular en su público cautivo –su equivalente del voto duro priista— un primer resultado del debate: que el perdedor, desde que decidió no ofrecer la otra mejilla a las descalificaciones de la alianza PRI-PAN, fue López Obrador.
De paso, insisten en que el ganador prácticamente era, también desde entonces, el candidato oficial, Felipe Calderón. A Campa y su misión antimadracista, a Madrazo y su imperativo anticalderonista, así como Mercado y su explicable necesidad de quitarle votos al propio López Obrador, los barrieron de un solo comentario y con un solo argumento: el sentido común que dicen representar.
En la apuesta del sistema se alinean los intereses compatibles de los medios y del sentido de supervivencia de la derecha sin otro proyecto que evitar un gobierno de izquierda, así sea de la izquierda de más pálido color. La prioridad era hacer a un lado a López Obrador, pero si lo consigue realmente, al precio que sea, el avance de los tiempos electorales ya exige una definición de los medios.
Y entre la conveniencia de volver a una relación de instrumentos privilegiados de un régimen priista, a la de seguir siendo los amos de las decisiones de Estado bajo un régimen panista, no tienen duda. Además, al apoyar al candidato del casi expresidente Vicente Fox, aseguran que éste se alinee con los locutores de la barra vespertina y utilice el enorme rating de su programa radiofónico para combatir al enemigo común.
Si Madrazo continuaba haciéndoles el juego irá a su derrota, pero quizá piense que sea en un decoroso segundo lugar o con cierta mayoría en el Congreso.En todo caso, Acción Nacional y sus mánagers televisivos ya prepararon su spot del triunfo, similar al “ya ganamos” de Fox, tras el debate que “ganó” al insultar a Labastida en cadena nacional.
Hay, pues, indicios de la ruta que pretende seguir Calderón, encarrilado por quienes mejor conocen el uso de la ignorancia en este país.
Plataforma oficial.
Pese a que los tiempos fueron estrictos, tanto que la conductora tuvo que interrumpir a quienes no terminaban su mensaje a tiempo, hubo tiempo de que la conductora marcara la ausencia de un candidato y de presentar al presidente de la CIRT, promotor de la “Ley Televisa”, que como anfitrión se dedicó a tratar de limpiar la cara del sector mediante el consabido compromiso democrático con México.
Agradeció, incluso, el “voto de confianza” del IFE y de “los partidos”, y destacó que la CIRT aporta tiempo e infraestructura para que se diviertan los políticos.
Por supuesto, García Gamboa definió al debate como un instrumento de la ciudadanía para contrastar proyectos de gobierno. Ese fue precisamente el primer fraude: fue un torneo de buenos deseos y descalificaciones, y no podía ser de otra forma con esos tiempos limitados.
Es decir, mintieron todo el tiempo y a sabiendas quienes insistieron en valorar el debate como una comparación de propuestas e ideas.Sin embargo, el presidente de la CIRT sostuvo el engaño, en congruencia con la campaña mediática para descalificar a quien no participara; y el concierto se armó pronto: la página de Reforma transmitió en “tiempo real” el pretendido debate, con calificaciones que sus suscriptores iban dándoles a los candidatos. La votación final fue invariable desde antes de la mitad del debate y hasta el final; nunca se modificó. El ganador: Calderón, con 8.2, y la candidata más cercana, que no representa peligro y además tuvo un buen performance, Patricia Mercado, con 6.3.
Inmediatamente después del debate, entrevista con... Joaquín López Dóriga. El primer entrevistado, Felipe Calderón. Declaración principal: “me siento ganador”. Y eso que no le apostaban al posdebate.
Poco interesante, fuera del armazón de la CIRT y del trabajo de construcción de la percepción pública de parte de los medios, que a partir del día de hoy tendrá que reforzarse para encontrar aspectos desde los cuales López Obrador pueda ser atacable. Pero lo evidente es que la ausencia de éste descontroló la táctica de la alianza PRI-PAN, que tuvo que dividirse por instinto de supervivencia.
Roberto Madrazo tuvo que debatir, dijo, con el títere y el titiritero “que hasta vestían igual”. Su discurso atinó en los grandes pendientes del gobierno foxista, al que pertenece todavía Calderón en la cartera de candidato de la continuidad, y enfatizó lo ridículo de las pretensiones del panista sobre su experiencia como funcionario público, que intentó vender como garantía de gobierno (ocho meses como secretario de Energía con funestos resultados).
Para mala fortuna de Madrazo, le llegaron algunas facturas de las artes que utilizó al hacerse de la candidatura priista: Roberto Campa se encargó de las filtraciones de datos patrimoniales comprometedores. En cuanto a sus deseos, que no proyecto, no logró posicionarse como un centro político definido, sino más bien por eliminación de dos extremos hipotéticos.
En cuanto al propio Calderón, además de su saludo y despedida estilo Tío Gamboín, dejó aflorar su siniestra sonrisa psicótica, y se dedicó a recitar su colección de slogans, desde aquellos que decía cuando “no era él”, hasta los del relanzamiento, cuando ya había amarrado sus compromisos a cambio de la “Ley Televisa”. Se dio el aparente lujo de coincidir con Campa y Mercado, e incluso con Madrazo, lo que evidencia la compatibildiad de sus modelos de desarrollo, más allá de las mutuas acusaciones en temas específicos.
Patricia Mercado desnudó la situación: cuando Zedillo propuso la reforma energética, se opuso a ella el PAN comandado por Calderón (ausente de la sesión, recalcó Madrazo); y cuando Fox hizo una propuesta muy parecida y quizá preparada por los mismos expertos, fue el PRI de Madrazo el que la bloqueó...
En el tema de política laboral, a causa del impacto de las tragedias de mineros en Coahuila y de trabajadores siderúrgicos en Michoacán (por cierto, tu estado, le dijo Madrazo), Calderón de plano tuvo que mentir para fingir que ninguna autoridad federal había tenido que ver en el manejo del conflicto. Una vez más, Madrazo tuvo que refrescarle la memoria. Otra de sus principales debilidades fue el énfasis en la continuidad y su frase: “vamos por más”. Es decir, propuso un foxismo más foxista, ya sin Fox.
Como su mayor enemigo era Roberto Madrazo, Calderón estuvo a salvo del tema del Fobaproa, en el cual no sólo él, sino el dueño de su changarro tienen cuentas que rendir, y le hubiera echado abajo su cliché de la caja de cristal con la que manejará el presupuesto. Todavía se recuerda la pantomima foxista de entregar su llave del Fobaproa, para terminar interponiendo controversias constitucionales.
Tampoco se le reprochó a Calderón haber solicitado amparo contra la Ley de Acceso a la Información Pública. Tal vez no la necesitaba, debido al desinflamiento del IFAI.
Por lo demás, el resto de sus propuestas de política social y fomento del empleo podrían calificarse, desde el punto de vista de su partido, como populistas y patrimonialistas, como esa de iniciar programas de seguridad social con los niños que nazcan cuando él sea presidente... Cuidado y lo vomite Fox por irresponsable.
Los candidatos de los partidos pequeños ganaron mucho al aprovechar el foro. Hicieron los spots que no tienen al aire y, en el caso de Campa, se consumó uno de los motivos reales de su candidatura: golpear a Roberto Madrazo. Además, Patricia Mercado seguramente ganará simpatías de sectores radicales de izquierda que le darán su voto simbólico y fue grata su presencia. Sin embargo, a veces su discurso se debilitaba en temas económicos.
En fin, de presentación de propuestas, nada. Deseos, los mejores del mundo. Y descalificaciones, todas justificadas, no hay duda. El caso es que Calderón se montó claramente en el formato del debate y del tratamiento de algunos medios del posdebate. Salió bien ese operativo, aunque algo exagerado y burdo.
Falta ver hasta qué punto son capaces López Obrador y su equipo de hacer evidente el montaje y, sobre todo, remontar esa percepción mediática a través de una movilización más efectiva de votantes el día de la jornada electoral. Por lo pronto, ya vio qué armas portan sus rivales y tendrá que enfrentarlas en el segundo “debate”.
¿Qué las campañas no están hechas precisamente para difundir los programas y las propuestas? O los debates en serio...
Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.
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miércoles, abril 26, 2006
TODO EL SISTEMA CONTRA AMLO.
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 1:11 p.m.
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