RATERÍAS PANISTAS EN JALISCO

Esta columna de Enrique Ibarra Pedroza en Milenio pone en evidencia las transas y corruptelas de los panistas en Jalisco, empezando con el gobernador panista de Jalisco Francisco Ramírez Acuña:

El descaro de los panistas

Tal vez la euforia de la corriente panista encabezada por Francisco Ramírez Acuña de llevar a Felipe Calderón a la presidencia de la republica, a quien le han prometido públicamente un millón y medio de votos en Jalisco, y a Emilio González Márquez a ser el relevo del primero, los esté llevando a una serie de situaciones que rayan en el descaro y en el desacierto.

Por ejemplo, cuando Emilio González Márquez recibió el gobierno municipal de Guadalajara de Fernando Garza, heredó también 350 plazas de trabajadores eventuales, mismos que posteriormente se incrementaron a 750. Ese universo de excedentes los destinó a saldar sus compromisos políticos de campaña y a fortalecerse en su camino a la hoy lograda candidatura. Hay que decirlo también, un buen número de ellos fue para tener y mantener contento al regidor priista Jorge Arana.

Ese tema volvió a salir a la luz pública recientemente, a raíz de que la insuficiencia de recursos financieros del ayuntamiento tapatío imposibilitó la renovación de contratos de esos trabajadores eventuales, que dicho sea de paso la autoridad jamás ha podido justificar su incorporación en la nómina.

Al mismo tiempo, trascendió que con el disfraz de asesores de la comuna el ayuntamiento tapatío destina 430 mil pesos mensuales al pago de diez destacados panistas, identificados con el gobernador Francisco Ramírez Acuña y con Emilio González. Los nombres de Jorge Salinas, candidato a diputado, de Eugenio Arreaga y de los ex dirigentes del PAN, Antonio Gloria, José Manuel Verdín y Salvador Ávila Loreto, son una muestra y una prueba contundente del uso que el gobierno panista le está dando al erario para favorecer las campañas de sus candidatos.

Ni los esmerados esfuerzos de Óscar García Manzano por explicar y justificar las tareas, las funciones y las encomiendas que supuestamente tienen esos beneficiarios de la generosidad de los gobiernos panistas, que van desde elaborar el manual de organización de la coordinación de asesores, de reflexionar y analizar la creación del Instituto Municipal de la Juventud, hasta la remodelación de la avenida Chapultepec, lograron disipar la creencia generalizada que todos ellos están y estarán al servicio de la campaña de Emilio González Márquez.

A ese uso inmoral y desaseado de la nómina, hay que añadirle los diez elementos de seguridad pública que indebidamente tiene Emilio González a su servicio, para su seguridad y su ayudantía. A esas anomalías que lastiman mucho la percepción ciudadana que quisiera tener gobiernos limpios y honestos, hay que sumar el desacierto del gobernador Francisco Ramírez Acuña, no en el desaire que hizo a los representantes populares al no presentar ante ellos su informe de gobierno, sino en mentirles a los jaliscienses sobre obras inexistentes como hospitales y caminos en los municipios de Poncitlan, Tuxcueca y Tizapán el Alto.

Con esos manejos y esas actitudes ajenas a la ética y a la moral pública, el PAN en Jalisco está evidenciando que sigue la misma ruta de los gobiernos que relevó en 1995, y que lejos de darles más votos, se los va a restar a sus candidatos Felipe Calderón y Emilio González.