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lunes, febrero 25, 2008

EDITORIALISTAS DE LA JORNADA

Carlos Fazio

Privatizar es el nombre del juego

El 29 de marzo de 2007, en un pequeño ejido del municipio Juchitán de Zaragoza, en Oaxaca, Felipe Calderón confió que se le había cumplido un “sueño”. Rodeado de un férreo cinturón de policías y soldados uniformados, recordó que de niño esperaba al viento para hacer volar sus papalotes. Y ahora, allí, su sueño se cumplía. Se refería a la inauguración de la central eólica La Venta II, proyecto, señaló, “que me tocó discutir, autorizar e impulsar cuando fui secretario de Energía”. Después, en el contexto de un acto solemne de impronta priísta –con un par de miles de campesinos acarreados al son de 200 pesos y una torta–, Calderón dijo que para “superar” la miseria era indispensable “desterrar” el odio, la violencia, la impunidad, el abuso y la corrupción entre hermanos y llamó a “olvidar los rencores” y “cicatrizar las heridas”. En su turno, Ulises Ruiz –señalado como responsable intelectual de 26 asesinatos y el encarcelamiento de cientos de luchadores sociales oaxaqueños– lo nombró “presidente legítimo”. En ese estado, la alianza PRI/PAN quedaba sellada.

Lo del papalote de Calderón era un cuento para niños. En realidad, privatizar era el nombre del juego. Y privatizar la electricidad bien valía un Ulises. Porque de eso se trataba el acto: con la inauguración de la “granja” eólica La Venta II recomenzaba la apropiación furtiva del istmo de Tehuantepec y una nueva fase del Plan Puebla-Panamá (PPP). Por eso un proyecto de generación de energía “limpia” se ensuciaba con un vasto operativo castrense. Porque la militarización es una constante asociada a los grandes proyectos empresariales en América Latina, y una de las bases sobre las que Calderón ha basado su mandato en México. Se trata de dar garantías de estabilidad y seguridad a los inversores, manu militari; ése fue el mensaje.

En el caso de La Venta II, la central fue concesionada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) a la trasnacional española Iberdrola, y construida por su “brazo eólico” Gamesa, mediante el despojo de 800 hectáreas ejidales y con base en amenazas, manipulaciones, arreglos amañados y pagos por arrendamiento de tierra irrisorios a los comuneros. Como fuente de energía, la eólica no representa problema. Pero su apropiación privada sí. También los métodos gansteriles y los contratos leoninos que utilizan las compañías trasnacionales para imponer sus “inversiones” y apropiarse de la tierra de los campesinos, con la complicidad gubernamental vía el Procede. Es para satisfacer la avidez de los capitalistas extranjeros, y con la bendición de las agencias de “desarrollo” que dependen del Tesoro estadunidense, que el calderonismo impulsa más contrarreformas a la legislación secundaria como vía encubierta para privatizar la industria eléctrica.Leer más...

México SA

Carlos Fernández-Vega
cfvmx@yahoo.com.mxcfv@prodigy.net.mx

El “consenso” y sus bemoles

Violar la Constitución sin modificarla

Simulación de concesiones

Ampliar la imagen Asistentes a la asamblea general del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo que se realizó frente a la Torre de Pemex Asistentes a la asamblea general del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo que se realizó frente a la Torre de Pemex Foto: Marco Peláez

Cada cual por sus razones, pero todo indica que sólo un par de coincidencias prevalecen en el cada vez más caldeado ambiente: en materia energética, no debe modificarse la Constitución ni privatizarse Petróleos Mexicanos y Comisión Federal de Electricidad. Sin embargo, el aparente consenso existente tiene sus bemoles.

Los que abiertamente se manifiestan en contra de la privatización, sin duda suscriben lo anterior, pero debido a su firme convicción de que la Constitución, específicamente en el ámbito energético, debe respetarse no sólo en la letra sino en el espíritu, siempre en aras de fortalecer la soberanía y seguridad nacionales, y bajo el precepto de que el petróleo y la generación eléctrica deben servir al bienestar y progreso de los mexicanos. Ese es el punto de partida.

Quienes, por el contrario, están a favor de la “apertura” y “modernización” (léase privatización) en este renglón estratégico también son los primeros interesados en no modificar, legalmente, el texto constitucional, porque hacerlo los metería en gravísimos aprietos, especialmente de carácter penal.

Estos últimos se pronuncian abiertamente por no tocar el texto constitucional, por dejarlo tal cual, porque de hacerlo abrirían la celda de su propia reclusión: tendrían que transparentar y explicar el inagotable inventario de “arreglos” extra constitucionales, por debajo de la mesa, por la puerta de atrás, para la simulación de concesiones, la privatización, en los hechos, de varias áreas constitucionalmente prohibidas al capital privado (nacional o foráneo); documentar y revelar términos y condiciones de las “alianzas estratégicas”, los acuerdos, convenios, asignaciones directas, asociaciones “no comerciales”, contratos de “servicios múltiples”, Pidiregas y, en fin, los multimillonarios cuan oscuros negocios que a favor del capital privado, fundamentalmente extranjero, ha concretado el gobierno (con sus cinco máscaras, de Miguel de la Madrid a Felipe Calderón) en los últimos 25 años en el sector energético mexicano.

Desde luego que se manifiestan por un riguroso NO a la modificación constitucional ni a la privatización, para poder seguir privatizando a sus anchas el sector energético, tal cual lo han hecho a lo largo de cinco lustros. Ese ha sido el camino para la generación eléctrica, la petroquímica, el gas natural, la exploración y perforación de pozos, la transportación, comercialización y demás áreas reservadas al Estado, como establece la Constitución.

Sería suicida que esta banda se pronunciara, y actuara en consecuencia, por la modificación del texto constitucional y la abierta privatización del sector energético. Les resultaría antifuncional, porque no serían tan jugosos los negocios ni tan libres las asignaciones, amén que tendrían que abrir cartas, transparentar operaciones y explicar muchísimas cosas, con el riesgo de terminar su carrera político-empresarial (o viceversa) hospedados en algún reclusorio de la República.Leer más...

Consignas en puentes, luego de concluir el acto de AMLO

Mitin de villanos favoritos al pie de la gran torre de Pemex

La contienda interna del PRD se traslada a Marina Nacional

Jaime Avilés

Ampliar la imagen Momento en que Andrés Manuel López Obrador demanda respeto y unidad para permitir que el diputado Javier González Garza concluya su discurso ante la torre de Pemex Momento en que Andrés Manuel López Obrador demanda respeto y unidad para permitir que el diputado Javier González Garza concluya su discurso ante la torre de Pemex Foto: Cristina Rodríguez

Y la gente se quedó con ganas de más. Al término del acto frente a la torre de Petróleos Mexicanos (Pemex), diversos contingentes se apostaron sobre el puente vehicular de Marina Nacional –pero también debajo de éste– ondeando sus banderas y gritando consignas rimadas para los automovilistas que pasaban en ambos sentidos por el Circuito Interior.

Al reconocer, por ejemplo, un transporte de soldados que se dirigía a Chapultepec, muchos empezaron a gritar: “¡Vio-la-do-res, vio-la-do-res!”, sin que los uniformados voltearan siquiera a verlos. Y ante ciertos coches de lujo, que algunos identificaban con de los conservadores que detentan el poder, se alzaban puños embravecidos y las gargantas vibraban con gritos airados.

Fiel a la costumbre de portar cartulinas con fotografías y razonamientos que ironizan o resumen los conflictos políticos en boga, tal como lo hace desde la marcha del 24 de abril de 2005 en contra del desafuero de Andrés Manuel López Obrador, en esta ocasión la gente acudió con leyendas y dibujos alusivos al nuevo secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, para el que llovieron mentadas y rechiflas, así como para el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y para su hijo, el ya ex gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel.

Pero el que concentró en torno de sus rojas mejillas el máximo repudio de los asistentes fue el senador perredista Carlos Navarrete, a quien muchas veces, tanto cuando llegó como cuando se fue, aquellas personas que lo veían de cerca le gritaban con furia, blandiendo el puño: “¡Traidor!” Y de nuevo, “¡traidor!” Y al rato, “¡traidor, traidor!”

En el ánimo de la concurrencia –que la prensa de derecha estimó en 5 mil personas, la policía capitalina en 11 mil y los organizadores en 20 mil– estaba muy presente la batalla interna del Partido de la Revolución Democrática, que elegirá a sus nuevos dirigentes el próximo 16 de marzo. De allí que, soplando silbatos y ayudándose de altavoces, no pocos grupos externaran su rechazo a la corriente de Jesús Orterga y Jesús Zambrano gritando: “Encinas sí/ chuchos no/ Encinas sí/ chuchos no”.

Esos mismos grupos, y junto con ellos los pejeviejitos y los militantes sin partido, se enardecieron cuando en el templete, frente a las oficinas centrales de Pemex, tomó la palabra el diputado Javier González Garza para fijar la postura de los legisladores de su partido (PRD) y de las otras dos fuerzas que integran el Frente Amplio Progresista (FAP), el Partido del Trabajo y Convergencia, en la perspectiva de la nueva lucha política que se inicia.

En cuanto el nombre de González Garza abandonó las bocinas que había por todas partes, para entrar en los oídos de la gente, una significativa rechifla comenzó a subir de intensidad obligando al mismísimo López Obrador a intervenir para rogarle “tolerancia” al público, a fin de que el orador en turno pudiera leer su mensaje.

Sólo gracias a este espaldarazo el político regiomontano –quien junto con Ruth Zavaleta y 42 diputados perredistas más votó en favor de la primera versión de la reforma judicial, o ley Gestapo, a finales del año pasado– logró anunciar su intención de participar en la batalla por la defensa de Pemex, “ganando el debate técnico y moral”, impulsando en todo momento “acciones de resistencia pacífica preventivas de la violencia que podría estallar si la privatización se consuma”, y declarando desde ayer por la mañana una “alerta legislativa”, en preparación de otras acciones para el momento en que llegue al Palacio Legislativo de San Lázaro el proyecto de privatización de la industria petrolera.

En cambio, quien subió al templete a cosechar aplausos y sonrisas del gentío fue la senadora tabasqueña Rosalinda López Hernández, quien llevaba el grato encargo de leer los puntos del plan de lucha –cercar las cámaras de Diputados y de Senadores, bloquear las carreteras, los aeropuertos y, en el peor de los casos, llegar al paro patriótico nacional–, que el movimiento encabezado por López Obrador emprenderá para evitar la entrega de Pemex a intereses privados.

“Como que se necesitan medidas más radicales, ¿no cree usted?”, preguntó a La Jornada una elegante señora de clase media, trepada en el puente de Marina Nacional media hora después del mitin. “No sé, tomar Los Pinos pacíficamente, algo que de veras les duela a estos panistas”, añadió quitada de la pena.

Su indignación era espejo de la que externaban, arriba y abajo del puente, aquellos que agitaban sus enormes banderas mexicanas repitiendo, como miles y miles lo hacen a gritos, desde septiembre de 2006: “Es un honor estar con Obrador”. Al mismo tiempo, una estudiante universitaria repartía volantes para dar a conocer que horas más tarde partiría rumbo a Texas una caravana de sindicalistas que tratarán de reunirse con el precandidato demócrata a la presidencia estadunidense, Barack Hussein Obama, para pedirle que haga un pronunciamiento sobre la situación política de México.

Y muchos otros activistas llamaban a todas y a todos a reunirse mañana martes, frente a la Cámara de Diputados, a exigir que se deseche la reforma judicial, que López Obrador criticó al final de su discurso recordando que, “entre otras barbaridades, pretende desaparecer garantías individuales que consagra la Constitución General de la República”

Al primero, López Obrador debió apoyarlo con energía para que terminara su discurso

Abucheos, insultos y frutazos contra González Garza y Navarrete Ruiz

El senador pasó un trago más amargo y debió escapar de sus críticos en un microbús

Alma E. Muñoz

Los coordinadores parlamentarios del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Javier González Garza, en San Lázaro, y Carlos Navarrete, en Xicoténcatl, fueron señalados como “traidores” por un sector de los asistentes a la asamblea que ayer encabezó Andrés Manuel López Obrador para impulsar el plan de acción en defensa del petróleo.

Ambos fueron abucheados, aunque el senador Navarrete recibió más reclamos por supuestos actos de reconocimiento al gobierno de Felipe Calderón: una señora le dio un palazo, otras personas le arrojaron agua y hasta una bolsa de plástico con plátanos cocidos por el calor, que fue lanzada a su espalda.

El diputado González Garza fue el primero en recibir reproches, cuando tomó el micrófono para explicar las acciones legislativas que se llevarán a cabo para impedir la privatización de Petróleos Mexicanos (Pemex).

“¡Fuera!, ¡que se largue!, ¡culero!, ¡traidor!”, le comenzaron a gritar. Su rostro enrojeció y sus manos se aferraban al atril para continuar leyendo el documento que preparó para la ocasión, pero tuvo que detenerse conforme las protestas subían de tono: “¡Güero, no te vendas a las intenciones de la derecha!, ¡lárgate, traidor!”

López Obrador tuvo que quitarle el micrófono, después de posar su mano derecha sobre el hombro izquierdo del legislador. “Compañeros: en estos momentos, cuando se quiere entregar la riqueza petrolera a particulares, nacionales y extranjeros, tenemos por encima de todo que estar unidos y ser respetuosos con nuestros compañeros”, dijo.

“¡Nada de gritos!”, exclamó. “Aquí todos nos vamos a escuchar, porque todos nos hacemos falta en esta lucha para sacar adelante a nuestro país. Yo les pido a ustedes que escuchemos con atención y con respeto al compañero Javier González Garza. Eso es todo lo que pido”, insistió. La gente permitió que el diputado concluyera su intervención, aunque continuó escuchándose uno que otro reclamo en su contra.

Los “exaltados”

Terminó la asamblea y siguió el turno para el senador Navarrete. Ya se había retirado López Obrador cuando el legislador se detuvo a contestar preguntas de la prensa, una sobre lo ocurrido con González Garza.

“En este movimiento también participa un grupo de exaltados que no logran entender dónde está el enemigo… nosotros no vamos a caer en provocaciones de un pequeño grupo de exaltados. Que quienes los exaltan los aplaquen, como ocurrió hoy (ayer)”, respondió.

Para entonces, ya señalaban a Navarrete como “traidor, ¡ojalá no te dejes agarrar la pierna!” Otros coreaban en su cara: “Encinas sí, chuchos no”, en referencia a los dos principales contendientes por la presidencia nacional del PRD, Alejandro Encinas y Jesús Ortega.

Completamente cercado, Navarrete caminó por una calle alterna a Marina Nacional rumbo a Circuito Interior en busca de una salida; intentaba defenderse de quienes lo cuestionaban y hasta gritaban: “Si los chuchos pudieran, a su madre la vendieran”. ¡Díganme cuándo he votado por algo de Calderón en la Cámara!”, decía sin apresurar el paso, muy seguro de sí mismo.

Pero cuando a un costado de Plaza Galerías vio estacionado un microbús con la puerta abierta se subió, mientras cuatro integrantes de su equipo bloquearon el acceso. La acción provocó más encono y la gente comenzó a golpear la unidad mientras la perseguían, después de que el conductor no tuvo más remedio que regresar a Marina Nacional para tratar de escapar.

“¿De qué se ríe?”

Navarrete se sentó a un lado del chofer con la sonrisa congelada en el rostro, cuando un hombre le gritó, después de más de media hora de estarlo hostigando: “No te rías, hijo de la chingada”.

Al final, lo dejaron ir, pese a que un joven se colocó frente al microbús diciendo en voz alta: “A los traidores no hay que cederles el paso”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tal vez no han comprendido que los panistas COMETIERON FRAUDE, y que su presidente no es más que una rata asquerosa que no puede asomarse libremente a la calle porque habría más de un alma dispuesta a espetarle en su jeta de alcohólico que ocupa ilegalmente la presidencia de la República y todo lo que se incline ante la podredumbre de Fecal se denigra y deprecia. ¿De qué les sirvió entonces llegar al Congreso con los votos de ciudadanos que pensaban que harían un gobierno diferente con AMLO, si se pliegan a los designios hasta de extranjeros en altos puestos del gobierno?