1. Es muy difícil prever una revuelta o una revolución porque son fenómenos sociales que no pueden medirse con precisión; además porque nuestro país es muy extenso y con más de 106 millones de habitantes. Lo que puede verse es que las luchas de los trabajadores casi siempre son derrotadas y sobre ellas se ha sentado la clase política y empresarial para seguir dominando. Los dirigentes políticos necesitan siempre ser optimistas, mientras los analistas críticos suelen ser lo contrario. Sería mejor ver los problemas con la mayor objetividad posible. Hace dos siglos el imperio español se había debilitado; no sabía que a los pocos años sus colonias americanas se liberarían del yugo. Hace 100 años el dictador Porfirio Díaz se sentía fuerte y seguro; meses más tarde fue barrido por la Revolución iniciada en 1910. En México hace por lo menos 25 años que hay condiciones objetivas para una revolución, pero ideológicamente pareciera que ninguna.
2. La clase política, desde que triunfó la Revolución y asumió el poder ha sido extremadamente hábil y hasta inteligente. Por lo menos desde los años veinte del siglo pasado supo usar a las masas y a sus dirigentes naturales para servir a los intereses del gobierno en turno y al Estado capitalista. Usando hábilmente su ideología ha logrado imponérsela a la población mediante la escuela, la iglesia y los medios informativos, de tal manera que a pesar de registrase algunos cambios la situación sigue igual. Pareciera que nada va a cambiar porque los medios de dominación siempre esconden la realidad. Pero al observar el descontento y la desesperación de los trabajadores parecería que estamos en vísperas de una gran transformación revolucionaria. Hace 101 años, después de las brutales represiones a las huelgas de Cananea y Río Blanco la situación fue empeorando para el dictador, hasta desembocar en la gran revolución de 1910.
3. El presidente ilegítimo Felipe Calderón es, indudablemente, cien veces más represor que su antecesor, el muy corrupto Vicente Fox. Éste sabía hacer negocios con los empresarios y usar muy bien el aparato del Estado para enriquecerse, pero políticamente no aprendió a llegar a acuerdos. Por eso en julio de 2006, apenas se dijo que Calderón había ganado, comenzó a dejarle en sus manos las decisiones políticas. También por eso Calderón acordó con el PRI proteger al gobernador de Oaxaca y reprimir con brutalidad al movimiento magisterial y de la APPO que se había iniciado a principios de mayo. Fue Calderón, como “presidente electo” el que instruyó la toma de Oaxaca aquel 29 de octubre, quien ordenó la brutal represión del 25 de noviembre y la detención de presos a principios de diciembre. Calderón, al aumentarle en demasía los salarios al ejército y ocupar militarmente media república con militares, ha demostrado cuál es su política.
4. A Calderón le ha importado un bledo el crecimiento del desempleo, el miserable aumento de dos pesos a los trabajadores, que los artículos de primera necesidad se encarezcan en un 30 por ciento o que los campesinos estén en las calles protestando contra el TLCAN. Tampoco le preocupa mucho las protestas de los lópezobradoristas, la de los zapatistas del EZLN y la de los obreros que batallan contra la privatización eléctrica y petrolera. Mientras los que protestamos en carreteras, calles y plazas no tenemos para pagar sonido, pasajes de autobús o comida para respaldar nuestras acciones, el gobierno cuenta con el presupuesto público multimillonario para enviar al ejército y a la policía a amenazar o reprimir nuestros actos. Así nuestra caminata de 200 kilómetros que ya lleva 60, carece de casi todo y los gastos tienen que ser personales. Pero así ha sido, será y tiene que ser. La lucha es desigual, pero así crecerá.
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2. La clase política, desde que triunfó la Revolución y asumió el poder ha sido extremadamente hábil y hasta inteligente. Por lo menos desde los años veinte del siglo pasado supo usar a las masas y a sus dirigentes naturales para servir a los intereses del gobierno en turno y al Estado capitalista. Usando hábilmente su ideología ha logrado imponérsela a la población mediante la escuela, la iglesia y los medios informativos, de tal manera que a pesar de registrase algunos cambios la situación sigue igual. Pareciera que nada va a cambiar porque los medios de dominación siempre esconden la realidad. Pero al observar el descontento y la desesperación de los trabajadores parecería que estamos en vísperas de una gran transformación revolucionaria. Hace 101 años, después de las brutales represiones a las huelgas de Cananea y Río Blanco la situación fue empeorando para el dictador, hasta desembocar en la gran revolución de 1910.
3. El presidente ilegítimo Felipe Calderón es, indudablemente, cien veces más represor que su antecesor, el muy corrupto Vicente Fox. Éste sabía hacer negocios con los empresarios y usar muy bien el aparato del Estado para enriquecerse, pero políticamente no aprendió a llegar a acuerdos. Por eso en julio de 2006, apenas se dijo que Calderón había ganado, comenzó a dejarle en sus manos las decisiones políticas. También por eso Calderón acordó con el PRI proteger al gobernador de Oaxaca y reprimir con brutalidad al movimiento magisterial y de la APPO que se había iniciado a principios de mayo. Fue Calderón, como “presidente electo” el que instruyó la toma de Oaxaca aquel 29 de octubre, quien ordenó la brutal represión del 25 de noviembre y la detención de presos a principios de diciembre. Calderón, al aumentarle en demasía los salarios al ejército y ocupar militarmente media república con militares, ha demostrado cuál es su política.
4. A Calderón le ha importado un bledo el crecimiento del desempleo, el miserable aumento de dos pesos a los trabajadores, que los artículos de primera necesidad se encarezcan en un 30 por ciento o que los campesinos estén en las calles protestando contra el TLCAN. Tampoco le preocupa mucho las protestas de los lópezobradoristas, la de los zapatistas del EZLN y la de los obreros que batallan contra la privatización eléctrica y petrolera. Mientras los que protestamos en carreteras, calles y plazas no tenemos para pagar sonido, pasajes de autobús o comida para respaldar nuestras acciones, el gobierno cuenta con el presupuesto público multimillonario para enviar al ejército y a la policía a amenazar o reprimir nuestros actos. Así nuestra caminata de 200 kilómetros que ya lleva 60, carece de casi todo y los gastos tienen que ser personales. Pero así ha sido, será y tiene que ser. La lucha es desigual, pero así crecerá.
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