(Abriendo los ojos a la luz, reescribiendo nuestra historia)
“El optimismo de Chávez parece que tiene los pies más en la tierra que nuestro pesimismo.” Esto afirma Pascual Serrano en una entrevista para el excelente sitio de los amigos de Cuba TV. Mi hermana me envía una filmación casera tomada desde su ventana en Buenos Aires, Argentina donde por primera vez está nevando.
A mí me viene a la mente una vez que en la playa en la isla de Margarita, Venezuela vi maravillado emerger un disco naranja intenso del mar y ascender en el cielo. Un arco iris ponía el marco a tal escena mientras un caballo se paraba de manos relinchando nervioso y potente entre la gloriosa luna que se elevaba y agigantaba y yo, su atónito y conmocionado contemplador.
Todas estas escenas tienen algo en común. Una serie de elementos que están siempre presentes se manifiestan de un modo inesperado, no habitual para los hábitos y creencias. Una nueva condición hace que esos elementos se manifiesten de un modo diferente, inédito, como nunca había sucedido o jamás lo habíamos experimentado.
Eso justamente está sucediendo en Venezuela, una nueva condición que manifiesta una dirección o curso de hechos que ya creíamos imposible. La corriente se amplia e intensifica, desborda fronteras, baña ya el continente, no hace diferencias de geografías, razas, ideologías, creencias, simplemente como el sol y la lluvia se derrama sobre el mundo.
Pero es tal la conmoción ante este curso inesperado aún cuando anhelado de hechos, que todavía nos resistimos a creerlos y los cubrimos con todo tipo de dudas y desconfianzas. Parece demasiado bueno para ser cierto dicen nuestros hábitos. Sin embargo la fuerza o el imperio de los hechos tiene sus propias leyes y ritmo y siguen adelante, resuenan, se multiplican. Cuando el feto tiene nueve meses, coincida o no con tu ideología, creencias y leyes, tiene que nacer y nace.
A mí me viene a la mente una vez que en la playa en la isla de Margarita, Venezuela vi maravillado emerger un disco naranja intenso del mar y ascender en el cielo. Un arco iris ponía el marco a tal escena mientras un caballo se paraba de manos relinchando nervioso y potente entre la gloriosa luna que se elevaba y agigantaba y yo, su atónito y conmocionado contemplador.
Todas estas escenas tienen algo en común. Una serie de elementos que están siempre presentes se manifiestan de un modo inesperado, no habitual para los hábitos y creencias. Una nueva condición hace que esos elementos se manifiesten de un modo diferente, inédito, como nunca había sucedido o jamás lo habíamos experimentado.
Eso justamente está sucediendo en Venezuela, una nueva condición que manifiesta una dirección o curso de hechos que ya creíamos imposible. La corriente se amplia e intensifica, desborda fronteras, baña ya el continente, no hace diferencias de geografías, razas, ideologías, creencias, simplemente como el sol y la lluvia se derrama sobre el mundo.
Pero es tal la conmoción ante este curso inesperado aún cuando anhelado de hechos, que todavía nos resistimos a creerlos y los cubrimos con todo tipo de dudas y desconfianzas. Parece demasiado bueno para ser cierto dicen nuestros hábitos. Sin embargo la fuerza o el imperio de los hechos tiene sus propias leyes y ritmo y siguen adelante, resuenan, se multiplican. Cuando el feto tiene nueve meses, coincida o no con tu ideología, creencias y leyes, tiene que nacer y nace.
Nota completa: eljustoreclamo
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