Discurso del candidato a la Presidencia de la República de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, en la tercera asamblea informativa en el Zócalo de la Ciudad de México
Amigas y amigos:
Agradezco de todo corazón el esfuerzo que, de nueva cuenta, han hecho para venir de todas las regiones de México a esta Tercera Asamblea Informativa. A todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad, mi sincero agradecimiento. Muchas gracias.
Estamos reunidos aquí una vez más, ciudadanos libres de todas las clases y condiciones sociales, mexicanas y mexicanos de todos los colores, de todas las edades, razas y lenguas que pueblan nuestra gran Nación. Hay indígenas, obreros, campesinos, empresarios, integrantes de clases medias, empleados, profesionistas, artistas, intelectuales, comerciantes, estudiantes, maestras y maestros, médicos, enfermeras, universitarios. De manera particular, quiero destacar la presencia de mucha gente humilde, del pueblo pobre, que es la base de nuestro país y de nuestro movimiento; ellos son mi mayor timbre de orgullo como ser humano y como dirigente.
Hay familias enteras, gente mayor, jóvenes y niños; juntos por igual, formando una sola voluntad colectiva en defensa de la democracia. Estamos todos unidos, demostrando en los hechos que queremos un país justo, libre, democrático, plural y diverso. Estamos aquí porque queremos una nueva economía, una nueva forma de hacer política, una nueva convivencia social, más humana y más igualitaria. Estamos aquí porque queremos una patria nueva.
Estamos aquí para sellar nuestro compromiso con la historia. Vivimos momentos definitivos para México. Se está jugando el destino de nuestro pueblo. No sólo está en cuestión la Presidencia de la República, sino el derecho de los ciudadanos a elegir libre y democráticamente a sus gobernantes. En estos días se está decidiendo si en México instauramos en definitiva una democracia verdadera o si se impone un régimen de simulación democrática, donde al final de cuentas, los privilegiados de siempre, van a seguir decidiendo sobre el destino de toda la Nación.
En el 2000, muchos pensaron que habíamos dado un paso en firme para consolidar la democracia en México. Pero todo resultó una farsa y Fox no supo estar a la altura de las circunstancias.
No está por demás recordar que, en otro momento histórico de transición democrática, Francisco I. Madero expresó a un periodista estadounidense en 1911, lo siguiente: “Al subir yo al poder voy encarnando dos principios; uno de ellos, sancionado ya por la Constitución y que de mi depende que se cumpla y que es el de la no reelección. Otro, el sufragio efectivo. Para lograr este último, se necesita reformar la ley electoral y esto depende principalmente del pueblo. Pero yo me voy a constituir en el principal guardián de esa prerrogativa popular y consideraré que mi principal deber es facilitar la libre manifestación de la voluntad popular, a fin de que las leyes sean genuina expresión de esa voluntad. En una palabra, voy a ser el principal amigo y defensor de las libertades del pueblo. Por los momentos históricos porque atraviesa México, considero secundario todo lo demás.”
Ésta fue la lección que nunca entendió Vicente Fox. En lugar de ser el guardián del sufragio efectivo, se convirtió en un traidor a la democracia.
Por eso, el tema de la democracia vuelve a ser un asunto central en la agenda política de nuestro país y una preocupación básica de los ciudadanos.
Tengamos presente que la democracia no sólo es el mejor sistema de gobierno que la humanidad haya encontrado; es también, el método más eficaz para garantizar la convivencia en condiciones de armonía. La democracia genera equilibrios y contrapesos, propicia la dignidad y evita que alguien o unos cuantos, en cualquiera de los sitios mayores o menores de la escala social, se comporten como dueños absolutos del poder público.
Pero no sólo eso, en un país como el nuestro, con tantos privilegios y tanta desigualdad, la democracia adquiere una dimensión social fundamental, se convierte en un asunto de sobrevivencia. La democracia es la única opción, la única esperanza para millones de pobres, para la mayoría de la gente de mejorar sus condiciones de vida y de trabajo.
Si se cierran los cauces democráticos, sólo quedan el sometimiento o la violencia. Por eso, es que tenemos que defender la democracia y hacerla valer.
Además, no podemos olvidar que por esta causa muchos mexicanos se han sacrificado y han perdido hasta la vida.
Por eso estamos aquí, para manifestar nuestro rechazo al fraude electoral que pretende falsificar el resultado de la voluntad ciudadana expresada el dos de julio en las urnas.
Desde el principio, hemos tenido indicios de nuestro triunfo, y ahora, a 28 días de la elección, tenemos la certeza, todos los elementos y pruebas para sostener sin titubeos, que ganamos la Presidencia de la República.
Como ya hemos dicho, a pesar de que todo el proceso electoral estuvo plagado de irregularidades y actos fraudulentos, no pudieron ganarnos con votos, y por eso se niegan a abrir los paquetes electorales y hacer de nuevo el recuento voto por voto y casilla por casilla.
La prueba más contundente de que ganamos la elección presidencial, estriba en la actitud de rechazo que ha asumido el candidato de la derecha ante la demanda de que se cuenten de nuevo los votos.
Si él sostiene que ganó, no tiene por qué negarse a despejar dudas y limpiar la elección. El que nada debe nada teme.
No es mucho pedir que haya transparencia, que se cuente voto por voto, casilla por casilla. Y repito: México, nuestro gran país, no merece ser gobernado por un presidente espurio, sin legitimidad, sin autoridad moral y política.
Ahora estamos en espera de que el Tribunal Electoral, tome la decisión de limpiar y transparentar la elección, ordenando que se cuenten todos los votos. Esa es la solución racional y sensata; esa es la solución legal y política que más conviene a México y a la democracia.
Aunque también sabemos que los integrantes del Tribunal están sometidos a fuertes presiones de los poderosos de siempre, quienes se creen amos y señores de México. Aquí conviene aclarar: no es que no respetemos a las instituciones, es que en nuestro país, desgraciadamente, no tenemos una tradición que nos asegure que los hombres que tienen en sus manos las instituciones actúen con rectitud y decoro.
No olvidemos que siempre ha imperado la simulación. Históricamente, la Constitución y las leyes sólo se han cumplido en la forma y se han violado en el fondo.
En México, desgraciadamente, el derecho ha significado por lo común lo opuesto a su razón de ser; aunque siempre se invoca al Estado de Derecho, los encargados de impartir justicia en vez de proteger al débil, sólo sirven para legalizar los despojos y abusos que comete el fuerte; el derecho que ha imperado ha sido el del dinero y del poder por encima de todo.
Por eso, aunque no descartamos que los magistrados del Tribunal puedan actuar como mujeres y hombres libres y tener la estatura moral, el arrojo y el patriotismo que exige el momento, no podemos confiarnos y quedarnos esperando cruzados de brazos. Además, recordemos que todo lo alcanzado en nuestro país en materia de libertades, de justicia y democracia, se ha logrado con la organización y con la lucha del pueblo. Nada o casi nada ha sido una concesión graciosa del poder. Fuimos país independiente no porque la Corona Española lo haya decidido, sino por la lucha popular encabezada por Hidalgo y Morelos. Se llevó a cabo la Reforma, no por voluntad de los conservadores, sino por las convicciones y la tenacidad de los liberales. Y lo poco o mucho de justicia social que se ha logrado se dio a partir de la Revolución Mexicana y de la lucha de Villa y de Zapata y de muchos héroes anónimos. Por eso no pensemos que de arriba para abajo se hará valer la democracia. Esto sólo será posible con el esfuerzo y la movilización de los ciudadanos. La democracia, como la justicia, como la libertad, no se implora, sino se conquista.
Por eso, hoy les propongo que esperemos el fallo del Tribunal movilizados, con entereza y con orgullo.
Antes de hacerles una propuesta concreta, quiero insistir que es fundamental la causa que estamos defendiendo. Quiero decirles que esto va más allá del hecho de que reconozcan mi triunfo como presidente de la República. Reitero: no soy un ambicioso vulgar. No me mueve el interés al dinero y siempre he sostenido que el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud, cuando se pone al servicio de los demás. Yo lucho por principios e ideales, que es lo que estimo más importante en mi vida, no por puestos públicos, aunque se trate del cargo más importante del país. Y por eso sostengo que en estos momentos, por encima de todo, lo mero principal es dejar a salvo la democracia.
A quienes no piensan como nosotros, les ofrezco una disculpa sincera por las molestias que pueda ocasionar nuestro movimiento. Espero que algún día lleguen a comprendernos, a entender que esta lucha es necesaria, no sólo para nosotros, sino para todos; porque sólo con democracia viviremos en armonía y México será un país respetable y respetado.
Escuchen bien lo que les voy a decir: les propongo que nos quedemos aquí, en asamblea permanente, hasta que resuelva el Tribunal. Les propongo que aquí nos quedemos, que permanezcamos aquí, día y noche, hasta que se cuenten los votos y tengamos un presidente electo con la legalidad mínima que nos merecemos los mexicanos.
Les aseguro que no será en vano nuestro esfuerzo y sacrificio.
Si decidimos quedarnos, nos organizaremos de la siguiente manera:
Aquí en el Zócalo se quedarán los que provienen de los 31 estados del país, y a lo largo de Madero, Juárez y todo el Paseo de la Reforma hasta la Fuente de Petróleos, se establecerán los habitantes de las 16 delegaciones del Distrito Federal.
Lo aclaro más: aquí en el Zócalo organizaremos 31 campamentos, uno por estado y habrá 16 más, uno por cada delegación, desde el Zócalo hasta la Fuente de Petróleos.
Estamos hablando de 47 campamentos. En cada campamento habrá una coordinación integrada por senadores y diputados electos, jefes delegacionales electos, dirigentes de los partidos de la coalición, de todos los estados y en las delegaciones. Y habrá un representante de las Redes Ciudadanas en cada campamento.
El campamento de la delegación Cuauhtémoc estará en la calle de Madero hasta Motolinía. El de Venustiano Carranza, desde la esquina de Madero y Motolinía hasta el Eje Central. El de Iztacalco en la avenida Juárez, del Eje Central hasta Revillagigedo. El de Iztapalapa en avenida Juárez, de Revillagigedo hasta Reforma. El de Benito Juárez, de Reforma y Bucareli hasta Donato Guerra. El de Gustavo A. Madero, sobre Reforma, de Donato Guerra a Insurgentes. El de Tláhuac, de Reforma e Insurgentes a Niza. El de Coyoacán de la glorieta de la Palma al Ángel. El de Miguel Hidalgo, del Ángel a la Glorieta de la Diana Cazadora. El de Álvaro Obregón, de la Diana Cazadora a Lieja. El de Magdalena Contreras, de Lieja al Museo de Arte Moderno. El de Tlalpan, del Museo de Arte Moderno a la puerta principal del Bosque de Chapultepec. El de Milpa Alta, de la entrada al Lago a la entrada al Zoológico. El de Xochimilco, de la puerta del Zoológico a la pantalla del Auditorio Nacional. El de Cuajimalpa, de la pantalla del Auditorio a Alejandro Dumas. Y el de Azcapotzalco de Alejandro Dumas a la Fuente de Petróleos.
En todos los campamentos tiene que haber disciplina, respeto y limpieza. Vamos a cuidar los jardines, los monumentos históricos, a no pintar espacios públicos y evitar provocaciones.
Toda nuestra actuación se sujetará a la idea de la resistencia civil pacífica, en el marco de la no violencia. Legalmente, vamos a hacer uso pleno de nuestro derecho de manifestación que nos otorga la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Durante el tiempo que estemos en asamblea permanente, en todos los campamentos y en todas las plazas públicas, del Zócalo hasta la Fuente de Petróleos, habrá eventos artísticos y culturales. Llamo a intelectuales, artistas y trabajadores de la cultura, a organizar talleres y exposiciones culturales, foros de lectura de poesía, eventos musicales, torneos de ajedrez, obras de teatro, talleres infantiles. Con este propósito, diariamente, se dará a conocer una cartelera cultural.
También llamo a los médicos que están a favor del movimiento para que nos ayuden a organizar brigadas de salud que atiendan a enfermos y a gente necesitada de atención especial.
Yo también viviré en este sitio mientras estemos en Asamblea Permanente.
Sé que no es sencillo ni fácil lo que les estoy proponiendo, pero es lo que sentimos más conveniente para nuestra causa.
Pongo a consideración de ustedes esta propuesta. ¿Nos quedamos? ¿Sí o no?
Amigas y amigos, empecemos pues a organizar los campamentos. Le he pedido a algunos compañeros que coloquen lonas para protegernos de la lluvia. Pero todos tenemos que tomar la iniciativa, desatemos nuestro ingenio y capacidad de autoorganización. Estoy seguro que poco a poco todo va a funcionar mejor.
Hago también un llamado a la solidaridad para el acopio de alimentos, medicinas, cobijas y plásticos para la gente que lo necesite.
Desde esta Asamblea Permanente surgirán otras acciones de resistencia civil pacífica que daremos a conocer y llevaremos a cabo en su momento.
Manos a la obra. Vamos a defender con hechos la democracia.
Tengo la convicción de que no estoy solo. No estoy solo porque todos estamos juntos.
Muchas gracias, amigas y amigos.
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