Vale la pena chutarse la columna de Ricardo Rocha en el Universal en la cual dibuja a Fox tal cual es: como un mentiroso y el cabecilla de una bola de rateros llamados Partido Acción Nacional:
Vicente Fox nos engañó. Pero sobre todo se engaño a sí mismo. Creyó que la hazaña electoral del 2000 era más que suficiente. Que eso era toda la democracia. Es más, que después de aquel 2 de julio se justificaban ineficacia e impunidad. Y el país se equivocó con él. Luego nos mintió y nos mentimos con la imagen de un hombre bueno, incapaz de maldad alguna. También esto ha sido falso. Porque Fox se ha hecho un daño inmenso a sí mismo y a la institución que representa sin dolor alguno, sin pudor alguno y con ello nos ha dañado y lastimado a todos los mexicanos.
Y es que más allá del desencanto por el cambio tan anhelado y que nunca llegó, el que fuera formidable candidato devino presidente autoritario, caprichudo e injusto. En el recuerdo quedarán sus hechos y sus dichos, pero también sus omisiones, arbitrariedades y su aplicación selectiva de la justicia. Igual su incultura manifiesta que la debilidad de su carácter para controlar las ambiciones y desmesuras de su esposa y sus entenados.
Dónde está aquel señor Rojas que empezó a botar el dinero desde que les abrieron las puertas de Los Pinos en gastos tan cuantiosos como absurdos para las ridículas cabañitas acogedoras y las toallas del oprobio? ¿Y el tal señor Flores que desfalcó a la nación en cuanto llegó a París mandado de embajador por su amigo Vicente dilapidando nuestros impuestos en un palacete, en lujosos automóviles y en los insultantes colchones en consonancia con la actitud de nuevos ricos que ha sido la gran aportación filosófica del nuevo gobierno? ¿A algunos de ellos se les ha fincado alguna responsabilidad a pesar de sus acciones escandalosas? Y más recientemente, ¿por qué se protegió a Carmen Segura Rangel de la acción de la justicia con una inhabilitación fast track y una multa de un millón de pesos en un asunto de mil 300 millones de desfalco, precisamente en el fondo para proteger a los que menos tienen en caso de desastres naturales? ¿Y que pasó con su jefe Santiago Yanimeacuerdo? ¿Pos no que cuando los videoescándalos él y el presidente repitieron hasta el cansancio que los jefes siempre eran responsables de los actos de sus subordinados? ¿Y las casas de apuestas que traficó el mismo hipócrita ex secretario de Gobernación? ¿Y a propósito, por qué quería imponerlo Fox mediante la maniobra del desafuero? ¿Y por qué la mafia del gobierno ha protegido leguleyamente a su socio Estrada Cajigal el pillastre de gobernador que no se merecen los morelenses?
También en materia democrática los pendientes son muchos. Jamás podrá olvidarse que Fox hizo todo lo que pudo por eliminar a Andrés Manuel López Obrador de la carrera presidencial e imponer a Santiago el breve, hasta que los más de un millón que aquel domingo 24 de abril protestaron en la calle, amenazaron con el estallido social y forzaron al mensaje presidencial del desistimiento. Apenas unos días después escribí aquí mismo: "¿Habemus presidente?... Yo no sé qué tanto pesó la marcha en el ánimo de Vicente Fox. Si finalmente se atrevió a ver las imágenes y las fotografías de a de veras para asimilar no sólo la dimensión sino la intención de los manifestantes: apoyar la democracia, sí; apoyar a López Obrador, sí; pero también advertirle que estaban hartos de la maniobra del desafuero y que de ninguna manera admitirían la inhabilitación tramposa del jefe de Gobierno. La próxima sería para exigir la renuncia del Presidente y sería todavía más numerosa.
Tampoco sé qué otros resortes sentimentales, intelectuales o epidérmicos pudieron dispararse al corazón y al cerebro del triunfador del 2000 para decidirlo a un mensaje como el del miércoles por la noche: una reflexión en su rancho San Cristóbal el fin de semana; una evaluación de lo que a gritos ya se estaba diciendo adentro y afuera; la picada en las encuestas; algún consejo sobre la inminencia de una debacle irrecuperable; el joven de Oaxaca: "No nos hagamos señor Presidente"; o alguna otra señal que por convicción o conveniencia lo llevó al arrepentimiento.
Ahora ya no tiene pretextos. Debe estar consciente del desgaste despiadado al que sometió al país. Ha de asumir su parte de culpa en la insensata y canallesca intentona del desafuero. Poner orden en su casa y en su gente. Tiene que empezar a gobernar con al menos alguno de los atributos que exhibió como candidato y que el país ahora le reclama. Ya no le queda mucho tiempo. Pero 15 meses para la elección y 19 para dejar el mandato no son pocos. Algo podría rescatar no sólo para sí mismo, sino para la institución que todavía representa. Tiene que mantener vivo el fulgor del miércoles para terminar, si así lo reafirma, como un auténtico jefe de Estado. No le será fácil, porque muchos le querrán cobrar facturas y ya lo están traicionando. Por eso y con las reservas que se quieran, pero habrá que apoyarlo. Por el bien de la nación".
Siete meses después debo reconocer que me he equivocado rotundamente: Vicente Fox no se ha deslindado de los hijos de la señora Marta; pretende, sin éxito, desactivar la expansiva bomba interna con una campaña de autoelogios de miles de millones de pesos; sigue empeñado en perpetuarse en el poder ahora a través de Calderón; se ha comprometido a que por ningún motivo López Obrador llegue a la Presidencia, si acaso Madrazo; por eso está de nuevo en campaña; haciendo lo que mejor sabe hacer; lo único que sabe hacer. Pero tiene miedo. Tanto, que junto con el PRI-AN, impulsa torcimientos a la constitución para atar financieramente las manos al próximo Presidente de México.
Todo será inútil.
No es, como se puede ver, la "paranoia" del peje la que lo mantiene arriba en las encuestas. Es el hartazgo de la gente que se da cuenta de que lo que quiere el PRIAN es seguir encaramados en el poder a pesar de que la gente ya no los quiere ahí.
Una razón más para votar por el peje en el 2006.
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