El “señor de la guerra”, el general de las cinco estrellotas que “gobernaba” México, habia, enmedio de su borrachera armado un desmadre, cual gobernador de Xalisco.
Entrando entrando, para poder legitimarse, le habia declarado la guerra a unos zetas.
Eran una especie de grafiteros que solian dejar sus marcas –y también descabezados—onde sea.
Pero lo malo era que se decia que estos zetas se movian entre los mejores circulos de la sociedad.
Y hasta a la iglesia le gustaba que estos zetas les agarraran la pata.
El general de las cinco estrellas les echo encima al ejercito.
Pero de plano estaban muy bofos y no podian con los zetas.
Y no faltaba un infiltrado que alertara a los zetas cuando el gobierno planeaba algo.
Varios de los capitanes del señor de la guerra se les pusieron al brinco a los zetas y pronto fueron cadáveres.
Y pa que mas que la verdad, el resto del ejercito ya no queria seguir viendose tan pendejo.
El panorama era negro para el señor de la guerra.
¿Y el pueblo? Bueno, ese, se consolo el señor de la guerra, en realidad no cuenta. Pronto se iran de mojados.
El problema es el patrón, don Chorch.
Y los del yunque. Ya se sienten amenazados.
¿Qué si un zeta los secuestra?
Y los de REPSOL tambien le estaban perdiendo la confianza al general de las cinco estrellas.
Lo peor es que la gente ya les compone hasta corridos y les echa porras a los zeta.
Y tienen una tal Zeta-Jones que es muy cabrona.
Afortunadamente el patroncito es muy linda gente. “Tu no preocuparr, little cachorrou”, le dijo al señor de la guerra.
“Tu seguirr mandome los mojadous. Y si el ejercito estarr muy pendejou…”
“Mi mandarrte ¡Blackwater!”
Habra que ver en que acaba esto. Pa mi que va a haber velorio de gringo.
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