Benedicto Ruiz Vargas escribe en Frontera:
¿Por qué AMLO no?.
Benedicto Ruiz Vargas.
Uno de los saldos más importantes que ha dejado la campaña agresiva y violenta del PAN contra Andrés Manuel López Obrador, así como el discurso insistente del presidente Fox para que todo siga igual, es haber removido en algunos sectores de la sociedad un miedo ancestral y profundamente preocupante hacia los pobres.
Hoy, en algunos círculos de la sociedad que gozan de algunos privilegios económicos, entre ellos muchos jóvenes universitarios que son sostenidos por sus familias y que son educados supuestamente en un marco de valores, sostienen sin empacho alguno que votar por López Obrador constituye un peligro porque éste ayudaría a los pobres.
En los sectores de la clase media y entre los jóvenes pudientes se escucha con desparpajo y cinismo esta frase: “Los pobres van a votar por López Obrador porque no tienen nada qué perder, en cambio nosotros...”; seguidas de otras que sostienen que si López Obrador gana la Presidencia sólo va a ayudar a los pobres, quitándole dinero a los ricos o aumentado el gasto social del gobierno, lo que provocaría inflación e inestabilidad económica, etcétera, etcétera.
Muchos creen que la propaganda negativa en las campañas políticas es parte natural de las mismas y en general de las democracias. Si estas campañas remueven el odio y profundizan el sentimiento de temor y discriminación hacia un grupo social en particular, en este caso hacia los pobres, no pasa nada pues en la lucha por el poder político todo es legítimo, todo está permitido para vencer al adversario.
En las campañas contemporáneas, se nos dice, está permitido el linchamiento del otro, así como apelar al odio y al miedo hacia las propuestas políticas contrarias.Como sea, en este caso que nos ocupa, la campaña negativa contra López Obrador promovida por el PAN sobre todo entre las clases medias y los jóvenes de una condición social favorable, refleja con una enorme claridad la visión que tiene el PAN sobre los pobres, pero también otros sectores que albergan un profundo racismo y una absoluta falta de solidaridad hacia los que menos tienen.
Los pobres, en estas visiones, son dignos de consideración o compasión y de caridad en algunos casos, pero no son de ninguna manera grupos con aptitudes para tomar decisiones o para participar en la vida política de un municipio o de un país.
En estas visiones estereotipadas y discriminatorias, los pobres son útiles para la coreografía de un candidato político, para formar y crear una clientela electoral por parte de lidercillos corruptos, o bien para preservar las tradiciones con las que se identifica la identidad y la cultura de lo mexicano, el folclor que se vende al turismo, o para ser objeto de los discursos grandilocuentes que los funcionarios y los representantes de los gobiernos proclaman en las fechas conmemorativas y las gestas heroicas de la historia patria.
En la realidad, sin embargo, para las clases medias y las elites sociales los pobres son esos grupos de gente que afean las ciudades y que inundan las calles de puestos de mercadería barata, que invaden terrenos y exigen servicios, que no miden los peligros al habitar las cañadas y los lechos de los ríos, que son pasto fácil de la delincuencia o una fuente nutricia de la misma; son esa gente sin educación que impide que el país avance y se modernice, siempre al borde de la violencia y el reclamo fácil para que los gobiernos les resuelvan su situación.
Un ejemplo notable de la pasmosa simplificación con que son vistos los pobres es la síntesis que hizo el presidente Fox de las aspiraciones que éstos tienen: Un vocho, un changarro y una tele, dijo hace tiempo nuestro Presidente, congelando ahí su visión de un hondo problema nacional.
Los pobres, hasta en eso son pobres. Para dignificar su vida y superar su pobreza, estos sectores sólo requieren un medio para entretenerse, un automóvil pequeño para transportarse y una fuente de ingresos precaria para sobrevivir. Algo más puede resultar excesivo.
Otra visión que sintetiza plenamente la ignorancia y los estereotipos hacia los pobres es la que nos ofrece el columnista Catón (Armando Fuentes Aguirre) cuando afirma lo siguiente: “Las encuestas muestran la fuerza que AMLO tiene en las regiones del País a donde no han llegado plenamente los beneficios de la educación y del progreso. Los habitantes de esas regiones hacen mayoría, y pueden dar el triunfo a López Obrador: Los votos de la ignorancia y la pobreza pesan mucho en un País como el nuestro, que de pronto llegó a la democracia y aún no tiene suficiente experiencia democrática” (Frontera 29/4/06).
Es decir, para Catón la democracia es un sistema de Gobierno incompatible con los pobres y la ignorancia porque éstos no saben discernir y actuar de manera racional, dejándose atrapar fácilmente por los demagogos y los populistas. Para Catón, el voto debería ser sólo para aquellos que saben leer, como en la época clásica, para las clases acomodadas y con educación pero no para los analfabetas y los pobres cuyos alcances intelectivos son limitados.
Esta es la visión prosaicamente clasista y conservadora de donde nace el miedo a AMLO y de donde justamente se desprende la exclusión y la segregación de los pobres. Es la misma visión que tiene el PAN y el vértice de su estrategia contra López Obrador. Su lucha en el fondo se reduce a evitar que sean los pobres los que decidan quién debe gobernar.
Correo electrónico: benedicto@tij.uia.mx
El autor es analista político e investigador de la UIA Tijuana.
Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.
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lunes, mayo 08, 2006
VISIONES ESTEREOTIPADAS Y DISCRIMINATORIAS DE LA POBREZA.
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 8:32 p.m.
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