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martes, diciembre 20, 2005

NO SON EXAGERACIONES

Si ustedes creen que estoy exagerando en mi crítica al PRD y a La Jornada por la censura a la pornografía en los puestos de revistas, permítanme decirles que se equivocan. La razón por la que no podemos permitir este tipo de censura es por que nos costó mucho esfuerzo acabar con la censura oficial que instituyó el PRI durante 71 años. Y si permitimos que un gobierno, del partido que sea, vuelva a aplicar censura usando un argumento de "moralidad y buen gusto", como lo hizo el PRD, vulneramos al país entero para que la derecha retrógrada haga lo que se le pegue la gana.

Y si creen que la derecha yunquista (el PAN, pues) no está que se le queman las habas por destruir el estado laico, lean entonces esta columna de Roberto Blancarte que aparece en Milenio Diario el dia de hoy:


Roberto Blancarte

Mocherías panistas

¿Es México un país mocho? ¿O tiene, por el contrario, una ya larga tradición como país laico, reflejo fiel de una sociedad secularizada que distingue creencias religiosas personales de posiciones políticas? ¿Son los integristas católicos (aquellos que quieren integrar sus concepciones religiosas y su actividad política cotidiana) dignos representantes de la población mexicana? ¿O constituyen un grupúsculo de iluminados que quieren convertir a la nación a su muy particular manera de entender el país? ¿Tienen estos personajes alguna posibilidad de incidir sobre las políticas públicas en México? ¿O son el anuncio de una derrota política en las próximas elecciones presidenciales por su incomprensión acerca del sentir y pensar de los mexicanos?

El eje Secretaría de Gobernación-presidencia del Partido Acción Nacional es la prueba viviente de que el conservadurismo católico está regresando por sus fueros. En los últimos años del gobierno de Fox, personajes arquetípicos están ocupando puestos clave de la política mexicana y están decididos a empujar desde allí sus programas ideológicos. Poco importa que la enorme mayoría de la población no esté de acuerdo con sus planes. Desde su integrismo católico, claman por más libertad religiosa. Se han convertido en los voceros del Episcopado e incluso en muchos casos van más allá de éste.

El asunto sería irrelevante si su influencia política se limitara a un partido o a un gobierno como el actual, que tiene los días contados. La señal de alarma viene de los planes transexenales y la ambición de seguir gobernando (si así se le puede decir a lo que hicieron) durante otros seis años, hasta 2012. Y su voluntad manifiesta de modificar la ley en materia religiosa o en la educativa.

Habría que ver, por otra parte, si el candidato panista a la Presidencia comparte o no las posiciones más intransigentes del dirigente de su partido. Pero en cualquiera de los casos, la situación panista no es halagüeña. Pues si Felipe Calderón está de acuerdo, en estos puntos, con el dirigente del PAN, Manuel Espino, y el asunto se sabe, habrá muchos mexicanos que le retirarán su voto. Las encuestas muestran que más de 90 por ciento de la población se pronuncia por la defensa del Estado laico y la no intromisión de las Iglesias en los asuntos políticos. Si, por el contrario, el candidato panista no está de acuerdo con el presidente de su partido, se anuncia una lucha soterrada como la que se dio entre Diego Fernández de Cevallos y Vicente Fox. Y si Calderón pretende gobernar con gente de su partido, pues ésa fue una de sus críticas a Fox, se abre una enorme incógnita respecto de los espacios que ocuparía la ultraderecha en el hipotético caso de que él obtuviera la victoria.

Lo peor del caso es que Manuel Espino parece estar luchando contra molinos de viento o no haber superado la época de los cristeros. Dice el dirigente de Acción Nacional que la libertad religiosa es una materia pendiente del Estado mexicano y advierte que si el PAN sigue en el poder el siguiente sexenio, habrá que “ajustar la ley” porque, según él, ésta se hizo en tiempos de la persecución religiosa. ¿Está hablando de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, aprobada en 1992? ¿O quizás se refiere al artículo 3° de la Constitución, el cual estableció la educación laica, obligatoria y gratuita?

Si se trata de lo primero, habría que explicarle al dirigente del partido que la Guerra Cristera acabó en la tercera década del siglo pasado y que la llamada persecución religiosa no fue tal, sino un duro conflicto entre el Estado y la Iglesia. Plutarco Elías Calles no pretendía acabar con la religión en el país (empresa que hubiera sido tan absurda como inútil), sino terminar con la influencia de la Iglesia en la vida pública mexicana. Se trataba, entonces, de una política anticlerical más que de una voluntad antirreligiosa. De otra manera no se explicaría por qué los distintos gobiernos mexicanos de la época recibieron a muchos judíos que precisamente venían huyendo de la persecución religiosa (allí sí) en Rusia o Polonia.

De todas maneras, la Constitución ya se reformó en 1992 y poco después se promulgó la ley antes mencionada, que incorporó la eliminación de prácticamente todos los artículos anticlericales. No sólo las Iglesias adquirieron personalidad jurídica, a través de la figura legal de asociaciones religiosas, sino que se permite desde entonces que éstas posean bienes para el ejercicio de su misión espiritual.

El culto público externo se hizo posible, mediante simple permiso administrativo, y los sacerdotes ya no son sancionados por emitir opiniones acerca de las leyes del país. También se abrogó la norma que prohibía la adopción de votos monásticos. En suma, la Constitución volvió a sus orígenes liberales de 1857 y al espíritu original de las Leyes de Reforma, de 1859-1860. Las únicas limitaciones importantes a la actividad de las Iglesias son la de que éstas posean medios electrónicos de comunicación (lo cual no le impide al Canal Mariavisión estar transmitiendo, o a la Iglesia Universal del Reino de Dios tener sus programas).

Los ministros de culto no pueden ocupar cargos de elección popular ni dentro de la administración pública, ni pueden influir en favor o en contra de un candidato o candidata, o de un partido. Los partidos políticos, por su parte, tienen prohibido llevar en su nombre referencias confesionales o religiosas. No puede haber en México, por lo tanto, un Partido Demócrata Cristiano o un Partido Católico Nacional, como existió en épocas de don Porfirio.

¿Se puede decir que estas limitaciones son una flagrante violación a la libertad religiosa en México? ¿Es necesario, por ello, reformar la Constitución y las leyes? Pero, sobre todo: ¿la población mexicana está clamando por estos cambios? Francamente, creo que la respuesta es negativa en todos los casos. Podría equivocarme, pero no me parece que los mexicanos sientan que sus libertades en materia de religión estén siendo socavadas o que sea indispensable revisar el marco jurídico existente. Más bien, creo que si se hiciera un referéndum sobre la cuestión, ninguno de los posibles cambios a estas limitaciones existentes prosperaría. Es probable, incluso, que si se hubiera hecho una consulta de ese tipo en 1992 ninguna de las reformas hubiera sido aprobada.

¿Pero cuál es, en verdad, la libertad religiosa por la que está clamando el dirigente del PAN? Aparentemente, Manuel Espino no está en favor de la instrucción religiosa en la escuela pública, pero quisiera que si un grupo de personas quiere rezar en la escuela, pueda hacerlo. Dice el presidente del PAN: “Las escuelas públicas están bien así, pero tiene que respetarse la libertad religiosa, porque hay escuelas donde si un grupo de alumnos, el día de la Virgen de Guadalupe, quiere hacer una oración en el patio de la escuela, no puede… La escuela y la enseñanza son laicas y por eso el director de la escuela no va a estar organizando peregrinaciones a la Virgen de Guadalupe, y si al maestro fulano de tal se le ocurre en clase enseñarles religión a los alumnos está cometiendo una falta, pero si quiere sentarse en una banquita a rezar, y se le acercan dos o tres alumnos, eso no es problema.”

Uno se pregunta: ¿el presidente del Partido Acción Nacional quiere cambiar la Constitución y las leyes en materia religiosa y educativa, para que algunos maestros puedan sentarse a rezar en una banquita y se le acerquen unos alumnos? Perdón, pero o Manuel Espino no tiene nada que hacer o cree que los mexicanos somos tontos. O no conoce las razones de la existencia de una educación laica o cree que nos estamos chupando el dedo.

El dirigente del PAN no le ve ningún problema a que el maestro se siente a rezar en una banquita y que se le acerquen unos cuantos alumnos, porque está asumiendo que el maestro será católico. Pero, ¿estaría de acuerdo en que eso sucediera si el maestro es protestante, evangélico, mormón, testigo de Jehová o hare krishna? Francamente, lo dudo mucho.

La escuela pública no se hizo para ir a rezar, sino para que todos los alumnos, independientemente de sus creencias, pudieran adquirir un conocimiento racional, científico, democrático y universal. Para rezar están las Iglesias u otros espacios, incluido el familiar. Pero los maestros tienen una función que desempeñar y, por lo tanto, sus creencias personales no deberían incidir en los alumnos. ¿Se imagina usted en un recreo a un maestro rezando un rosario en una esquina, mientras otro invoca a Alá, otro hace rituales nativistas prehispánicos y otro hace sus oraciones inclinándose hacia Jerusalén? ¿Es el tipo de escuela que los mexicanos queremos? ¿O preferimos un espacio neutral en materia religiosa, donde todos, maestros y alumnos, se sientan identificados por los mismos valores?

Me atrevo a pensar que Manuel Espino no es tan tonto y no es eso lo que pretende. Ni siquiera Fox se atrevió a tocar la educación laica. Aunque alguna vez en su campaña se refirió al tema de la instrucción religiosa, inmediatamente después rectificó y nunca ha vuelto a tocar seriamente el tema. Conoce la importancia que los mexicanos le damos a la educación obligatoria, laica y gratuita. Así que o lo que dijo el dirigente del PAN es un desliz mental producto del cansancio de fin de año, o es una abierta invitación al suicido electoral, en el que terminaría arrastrado el propio candidato presidencial de ese partido.


Si permitimos este caso de censura perpetrado por el PRD, que SE SUPONE que es un partido progresista y de izquierda, lo único que estamos haciendo es crear en la opinión pública la idea de que está perfectamente correcto el imponer criterios moralistas como base de una acción gubernamental de CENSURA. ¿Cuanta distancia hay entre esto y permitir que el PAN destruya al estado laico en base a argumentos de moralina?

No señor. No se puede permitir que haya censura en México sea quien sea el que esté en el gobierno. Sea el PRD, el PAN, el PRI o QUIEN CHINGADOS SEA. Simple y sencillamente la censura no tiene cabida en el país luego de 71 años de dictadura priista en la que decir "güey" en televisión podía costarle a alguien ir a la cárcel. Es más; no tiene cabida en el mundo entero.

Por que a fin de cuentas este tipo de censura quesque contra la pornografía en base a la "moral y el buen gusto" y a causa de los chillidos de marrano de unos cuantos padres de familia mochos y retrógradas lo único que es es un mero cinturón de castidad para las libidos de los chilangos. Y tengan por seguro que si el PRD no tuvo empacho en hacer esto, menos lo van a tener los gobiernos PRIANistas.

¡NO A LA CENSURA! ¡SI AL DERECHO DE ELEGIR LO QUE SE VE Y LO QUE SE LEE!

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