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miércoles, marzo 14, 2007

ASIMETRÍAS.

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miércoles, 14 de marzo de 2007

Fausto Fernández Ponte

Asimetrías

I

¿A qué vino realmente George W. Bush? Las conversaciones que sostuvo con Felipe Calderón y los acuerdos que suscribió con éste no reflejan los móviles veros de este viaje relámpago del Presidente de Estados Unidos a México.

Entonces, reiteramos, ¿a qué vino don George W. a nuestro país? Quizá los verdaderos motivos de ese periplo del estadunidense por Nuestra América se localicen en las ocurrencias, hechos y sucedidos en su propio país.

Don George W. es repudiado en su propio país debido a su obvia demencia --Dios, dice, le ordenó hacer invadir Irak, ocupar militarmente a ese país, derrocar y asesinar a Saddam Hussein-- y las consecuencias terribles de dicha locura.

Esas consecuencias exhiben sus efectos en la vida nacional, interna, del país vecino y en las relaciones del Estado estadunidense con los demás Estados y el envenenamiento de los tratos internacionales, fueren éstos multilaterales y/o bilaterales.

Es, pues, un presidente don George W. que carece de poder político --como su homólogo mexicano, el señor Calderón-- aunque como comandante supremo de las fuerzas armadas estadunidenses está investido de facultades coactivas enormes.

Pero tanto él, como mandatario, y su gobierno están desprestigiados en EU y en el mundo. Carece de influencia y autoridad moral y como secuela de ello no es el líder máximo, ya, de su propio partido político, el Republicano.

Este, en los hechos, ya no es su soporte político. El partido refleja, asimismo, las discrepancias entre sus militantes y simpatizantes con respecto al señor Bush y, en un sentido lato, el sentir de las vertientes ideológicas afines.

II

Cierto. A don George W. Bush no lo quiere nadie en su propio país, excepto, obviamente, los grandes intereses de los consorcios trasnacionales estadunidenses que se han beneficiado escandalosamente con la guerra de agresión y rapiña en Irak.

Y esa realidad --el apoyo del señor Bush de los grandes consorcios trasnacionales asentados en su país-- es la que explica las causales reales del recorrido de don George W. por varios países de Nuestra América.

Vino, pues, a estos países y, ahora, como escala final, a México, como representante de esos vastos intereses de los entes privados trasnacionales que temen que sus tesauros resulten dañados por el oleaje independentista que barre a Nuestra América.

Esos consorcios trasnacionales han saqueado, históricamente, a nuestros países. El saqueo de sus recursos naturales, incluyendo el humano, ha sido --y continúa siendo-- brutal, por exhaustivo, con la complicidad aviesa de gobernantes y empresarios locales.

Esa complicidad, sin embargo, es, en su turno, resultado de las actuaciones dominadoras, agresivas, rapiñescas, de chantaje, imperiales y colonialistas del Estado estadunidense en su relación con los Estados americanos.

Caso en punto --de libro de texto-- es la decisión, tomada en la capital del imperio, Washington, de que México abriera unilateralmente al mundo su economía, lo cual ocurrió durante el sexenio de Miguel de la Madrid. No nos preparamos para esa apertura súbita.

III

Fue una decisión trasmitida al entonces Presidente de la Madrid quien, dada su tibieza política, sus proclividades ideológicas afines a los de la ortodoxia de los intereses del poder real y el pragmatismo impúdico de éste, la acató sin objetar.

Ello exhibió a los mexicanos --y al mundo-- que el Presidente de México era y es un individuo de carácter débil, carente de valor civil y personal, cuyo gobierno tenía, en la sombra, un verdadero mandante, Carlos Salinas de Gortari.

El señor Salinas encabezaba una pandilla de secretarios de despacho y otros funcionarios gubernamentales y políticos profesionales que influían decisoriamente en el diseño y la aplicación de las políticas económicas del gobierno delamadridista.

Al abrir ese gobierno de México --el presidido por don Miguel-- la economía mexicana al mundo, los que llegaron fueron, ya lo habría adivinado el caro leyente, los consorcios trasnacionales estadunidenses. Y México se convirtió en provincia de EU.

Esos consorcios trasnacionales conformaban, ya desde entonces --inicios de la década de los ochenta--, la globalización, fenómeno que en realidad sólo beneficia los intereses globales de aquéllos y no los de los pueblos.

La globalización de las economías es, en realidad, sólo de carácter tecnológico para fines de transferencia y especulación simultánea de recursos financieros, bienes y servicios. Mas las economías no están integradas en un todo global.

Ello obsérvase en México con nitidez diáfana. Nuestra economía, que presúmese globalizada, tiene peculiaridades propias de un colonialismo económico de nuevo cuño. Su globalización es sólo mercantil y en el consumo de bienes y servicios trasnacionales.

Pero al señor Bush, como emisario de las trasnacionales no sólo de EU, sino también de otros países del llamado Primer Mundo, vino a asegurarse de que se consoliden, desde el gobierno de México, las condiciones que reproduzcan los intereses que representa.

En el caso de don George W., su laya es doble: personero de consorcios trasnacionales amenazados en Nuestra América y, a la vez, hombre del poder real, con intereses personales propios en empresas petroleras de su familia con negocios en México.

Glosario:

Lato: Dilatado, extendido.

Periplo: Cualquier viaje o recorrido, por lo común con regreso al punto de partida.

Tesauros: Tesoros.

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