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sábado, enero 20, 2007

LA MAZORCA EN EL HOCICO.

REFORMA.

Enrique Gómez Orozco.

La mazorca y el Jaguar.

Biblioteca, salas de conferencias y otras amenidades tomarán el lugar de la vieja hacienda. El costo: unos 100 millones de pesos.

El juego de espejos de la política mexicana muestra lo que somos y nuestras aspiraciones al desnudo. Cuando el PAN y su candidato Vicente Fox querían el cambio, las frases y los dichos del mejor promotor político se difundían en todo el país. ¿Quién podría olvidar a las víboras negras y las tepocatas o a los priistas que traían la "mazorca" en el hocico? Fox se las iba a quitar.

Seis años después el ex Presidente baja de un Jaguar de lujo para recibir un homenaje de su partido. Al fin los panistas llegan al poder por el impulso del líder carismático. Al fin el PRI ve mermados sus privilegios mientras una nueva hornada de políticos ocupa su lugar.

Para conmemorar y celebrar la historia del ascenso del PAN al gobierno, el ex Presidente y su esposa Marta planean construir un "centro de estudios" en San Cristóbal.La magnitud de la obra requerirá al menos 100 millones de pesos. Biblioteca, salas de conferencias y otras amenidades tomarán el lugar de la vieja hacienda. Se pretende tener un centro de estudios de la democracia y del "cambio". Algo semejante a las instalaciones de los lugares memoriales de los presidentes de Estados Unidos.

La idea no sería mala si supiéramos de dónde vienen los fondos para construirla. Según fuentes oficiales se construirá con aportaciones de la iniciativa privada. Aquí empieza la paradoja: si Vicente Fox y su pareja presidencial, Marta Sahagún, construyen un monumento a la democracia, lo primero que debíamos saber los ciudadanos es de dónde saldrán esos 100 millones de pesos.

Recordemos: democracia verdadera igual a transparencia.Nada puede ser más absurdo que construir algo así sin que sepamos su origen. Si los fondos proceden de la fundación "Vamos México", sería un despropósito porque esa fundación era para ayudar a los desposeídos y no a la vanidad de la última pareja presidencial. Si vienen de personajes de la iniciativa privada, deberíamos (por transparencia) saber quién lo patrocina y por qué.

En la región es sabida la condición económica endeble de las empresas del ex Presidente cuando entró a la carrera política. En Celaya la sociedad sabe que la ex primera dama tenía una forma de vida digna y desahogada pero no de boato y extrema abundancia como después la inauguraron sus hijos, particularmente Manuel. Su prole tenía empresas pero no al ritmo y gasto de los últimos seis años.

Imposible ocultar su enriquecimiento a la sombra del poder.En el sexenio, el combate a la corrupción era un símbolo nada más. El ex presidente Fox nunca atrapó a peces gordos ni nada parecido. Tampoco se supo que le quitara a ningún priista la mazorca del hocico. Más bien tuvimos noticias de un cambio sustancial de vida en su persona y quienes lo rodean.

Ranchos arreglados, casas nuevas, presuntas adquisiciones de hoteles y ahora lo más ostensible: un recinto que los medios llaman "foxilandia" con inversiones extrañas a su declaración de bienes.

Pero sí supimos de las ventajas de devoluciones de impuestos a la familia Serrano; también nos enteramos de las migas con empresarios de Monterrey y el silencio ante los monopolios del cemento y la televisión. En realidad poco cambió. La corrupción en México siguió rampante como antes; los grandes consorcios lucraron con su posición privilegiada de mercado.

Si el cemento en México cuesta 500 pesos más que en Texas, ¿cuánto aportaron las viviendas de interés social al patrimonio de los dueños de las grandes cementeras? ¿Por qué no hizo nada el gobierno de Fox para abrir las fronteras y que hubiera una competencia sana? Una palabra lo define: compromisos.

El lenguaje de las formas habla por sí mismo. El ex presidente Fox baja de un Jaguar de lujo para recibir un homenaje de sus compañeros de partido encabezados por Juan Manuel Oliva, gobernador de Guanajuato. Muy lejos quedaba la camisa azul desgastada con los jeans amarrados a un cinturón con hebilla enorme de Fox. Atrás el mito del vaquero que quería ser Presidente.

Si de inmediato anuncian con qué dinero se hará el memorial a Vicente, tal vez se aclare el asunto "foxilandia"; si permanece en secreto, como muchas de las cosas que hicieron Fox y su esposa Marta, se convertirá en un monumento más a la corrupción nacional.

Otra mazorca en el hocico de los gobernantes.

El autor es director general del periódico A.M. de León, Guanajuato.

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