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sábado, octubre 14, 2006

OAXACA. TODOS SOMOS OAXACA.

Todos somos Oaxaca.

Gerardo Unzueta.
14 de octubre de 2006.

La frase "somos todos" es elevada expresión de solidaridad en el curso de un conflicto. Es particularmente fuerte cuando se pronuncia por una movilización de magnitud nacional ante la amenaza de una represión. No conozco otras experiencias, pero recuerdo su manifestación como respuesta a la amenaza zedillista de represión militar y aprehensión de los dirigentes del EZLN, en enero de 1996.

Coros inmensos con la frase "¡Todos somos Marcos!" se produjeron la noche siguiente al anuncio represivo, en la manifestación popular que rebasó el espacio del zócalo. Hoy la declaración solidaria ha vuelto a la vida pública al arribo de la marcha -480 kilómetros en 19 días- del movimiento del pueblo oaxaqueño. Y como entonces, se produce cuando la amenaza represiva se manifiesta con las palabras "hemos llegado al límite", y la infantería de marina toma posesión -tanques anfibios, helicópteros y otras demostraciones de la tecnología guerrera- de Salina Cruz y las costas del estado.

"Oaxaca soy yo, Oaxaca eres tú, todos somos Oaxaca", se escuchó cuando la marcha pisó la calzada Zaragoza; después se repitió muchísimas veces, hasta llegar a la plaza Tolsá, y allí se unió a la demanda principal del movimiento y los marchistas: "¡Ulises ya cayó... ya cayó!". Otros completaban el coro con una expresión de la lucha contra el fraude electoral: "¡Ulises ya cayó y sigue Calderón!".

Si ya antes era patente la importancia del conflicto del estado contra el movimiento magisterial y popular, el lunes 9 cobró carácter nacional en la recepción a la marcha y en las palabras "¡Todos somos Oaxaca!", pues a su conjuro solidario se fundieron los contingentes sindicales de electricistas, universitarios, maestros -Normal Superior, siete secciones de la CNTE-, populares, estudiantiles y campesinos -en primer lugar Atenco- y decenas de organizaciones más.

La realización de esta marcha fue, sin duda, un acierto de la sección 22, de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca y de las organizaciones que se agrupan en el movimiento, pues no sólo rememoró acciones heroicas e históricas como la caravana minera de los años 50, la Marcha por la Dignidad del movimiento que encabezó el doctor Salvador Nava, o la que realizaron los tabasqueños en demanda de la legalidad electoral bajo el liderazgo de López Obrador, sino puso al gobierno de Vicente Fox, en sus estertores, ante la obligación ineludible de ofrecer soluciones al conflicto.

No fue, sin embargo, una demostración de flexibilidad del gobierno foxista, pues la exigencia fundamental, la deposición del gobernador, sigue sujeta al chantaje priísta -habrá que recordar que el mando tricolor estableció "si cae Ulises, Calderón no llega"-, y solamente se intenta revestir de "institucionalidad", mediante recursos senatoriales, la inevitable salida de Ulises o la peligrosísima ratificación en su cargo. Los demás acuerdos -sobre todo la sustitución del brutal mecanismo policiaco-judicial-, deben ser aplicados sin concesiones: son grados de la victoria popular.

Por ello es completamente justa la decisión de mantener el plantón ante la Cámara de Senadores hasta que resuelva, con ejercicio de las facultades que sí le otorga la Constitución -aunque el PAN las niegue-, la desaparición de poderes en Oaxaca, que sólo reflejaría una realidad ya obtenida por la lucha de la asamblea y el magisterio oaxaqueños.

La semana próxima será crucial en la solución del conflicto. La firmeza del pueblo oaxaqueño ha puesto las condiciones de una victoria popular.

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