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martes, septiembre 05, 2006

¿Y PORQUÉ NUCHOS NO CREEMOS EN NUESTRAS INSTITUCIONES?.

REFORMA.

Guadalupe Loaeza.

¿¿Desinformados??.

Eran las 21:38 cuando levantaron el cerco al Congreso de la Unión. Habían pasado dos horas y media desde que los legisladores del PRD y del PT habían tomado la tribuna de la Cámara. Seguramente para esas horas el presidente de la Mesa Directiva, Jorge Zermeño, se encontraba en su casa con la bilis derramada. "Ay, vieja, dame dos Alka Seltzer", le ha de haber pedido a su esposa al llegar a su hogar totalmente abatido. Una vez que se los tomó, tal vez se metió a su habitación, cerró la puerta y ya no cenó, ni mucho menos prendió la tele. ¿Cuál hubiera sido el objeto de verse en el resumen de las noticias con la cara roja, roja y con una actitud de absoluta frustración ante la imposibilidad de haber puesto orden en la Cámara?.

Seguramente esa noche el diputado panista no durmió, a lo mejor todavía escuchaba sonar en sus oídos los 128 silbatos de árbitro que habían comprado los legisladores perredistas en una tienda de deportes en caso de que Fox hubiera logrado leer su Informe.

No, lo más probable es que Zermeño nunca se imaginó semejante desplante por parte de este grupo parlamentario. Es cierto que se sabía de antemano que estaban dispuestos a todo con tal de no dejar al Presidente leer su último Informe, pero de eso a que "secuestraran" la tribuna, no, jamás lo consideró, así como tampoco la mayoría de los asistentes al VI Informe del presidente Fox. Tal vez cuando el panista se despertó, con un pésimo semblante, al otro día, pensó que lo que había sucedido la víspera en la Cámara se había tratado de una pesadilla

.Aunque muchos probablemente la vivieron así, no se trató de una pesadilla. Lo que sucedió en el Congreso de la Unión el viernes pasado fue una realidad de un proceso postelectoral que a nadie ha dejado satisfecho.

Una realidad que no nos gusta, ciertamente, pero que sin embargo existe, que esta allí y en la medida que no queramos verla de frente, más nos irrita y por ende más la rechazamos.

¿Qué trata de decirnos esta realidad? En primer lugar, que nuestras instituciones tal y como están ya no funcionan; les urge una reforma.
¿Por qué en el sexenio de Vicente Fox no se ocupó de ellas? ¿Por qué las dejó deteriorar tanto? Algo que también nos está indicando a gritos esta realidad es la pobreza y la desigualdad.

Allí está Oaxaca. El domingo pasado en el programa Punto de Partida de Denise Maerker, vimos un reportaje acerca de la guerrilla de este estado. Vimos a más de 30 guerrilleros dispersos en la sierra con la cara cubierta y disparando al aire sus fusiles. Mientras tanto, se escuchaba una voz en off que pedía la renuncia del gobernador Ulises. Claro, estas imágenes nos remitían a la irrupción de los zapatistas de Chiapas hace más de 12 años. ¿Cómo no se rebelarían en Oaxaca donde hay tanta pobreza y donde los gobierna un gobernador que nadie quiere? Un gobernador que recuerda al PRI autoritario y represor.

¿En cuántos meses más corremos el riesgo de ver la misma situación en estados como Guerrero o como Puebla? Si a esta pobreza se le agrega la corrupción y la impunidad que campean en toda la República, desde los empleados públicos más modestos hasta la familia presidencial, nos preguntamos, ¿cómo podemos creer en nuestras instituciones?

¿Cómo podemos tenerle confianza, por ejemplo, al contendido del último Informe del Presidente si en él insiste en hablarnos de instituciones fuertes, de democracia y de un exitosísimo programa de combate a la pobreza? Treinta y cinco veces pronunció la palabra democracia y las tres decenas y media, se escuchó hueca. Por más que la pronunciaba gesticulando con cuidado a la vez que abría mucho sus ojitos, viniendo de su boca se oía desgastada y falsa. ¿Quién le cree al Presidente cuando asegura que el país funciona "extraordinariamente bien" o que las pasadas elecciones fueron intachables?

La institución de la Presidencia también está agotada.Tengo la impresión de que la pareja presidencial acabó por agotarla.Y hablando de ella, qué contenta se veía la señora Marta al llegar al Informe vestida con su huipil de tehuana preciosa y exclusivamente bordado para ella, el cual hacía juego con su faldita (¿de seda?) en un tono de palo de rosa confeccionado especialmente para el conjunto. Qué contenta se veía con su rebozo (¿de seda cruda?) y su bolsita de cadena, con sus aretes largos muy mexicanos y su relojito de oro.

Qué contenta se veía muy bien maquilladita, con sus cejas bien delineadas, sus ojos tatuados y su pelo en un tono más oscuro. Ya no está tan güerita, ahora está castañita. Desde que es primera dama no usa flequito, ahora lleva la frente despejadita. Era evidente que no quería llamar demasiado la atención. Actuar con un bajo perfil es ahora su consigna.

Qué lejos se veía de ser una persona que lanza injurias y amenazas como las que lanzó al ex diputado federal de Convergencia, Jesús González Schmal. Bueno, pues así como llegó dando la imagen de estar contenta y feliz, así desapareció de escena. Bastó con que su marido entregara el Informe por escrito, para que ella también retomara el camino por el que había llegado. Pero se fue feliz, como si su marido hubiera leído su Informe como los otros cinco años.

De haber logrado llegar a la Presidencia en el 2006, ¿cómo hubiera sido su último Informe: "En estos seis años de mi gobierno entre más ataques tuve más me fortalezzzzzzzzzzzzzzzzzza. Como dice Santa Teresa de Jesús: 'Aunque las mujeres no somos buenas para el consejo, algunas veces acertamos'. Tuve mis aciertos y desaciertos pero siempre por amor a México. Los primeros fueron gracias a Vicente y los segundos fueron a causa de la oposición...".

Pero dejémonos de fantasías (cursis y estériles) y volvamos a nuestra realidad actual, es decir, al país dividido, a la violencia reinante en todo el territorio nacional, a la ingobernabilidad, pero sobre todo, a la falta de certeza de las pasadas elecciones. Y, ¿por qué muchos no creemos? Porque muchos no creemos en nuestras instituciones.No hay peor cosa en la vida que la incertidumbre...

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