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jueves, septiembre 21, 2006

CUANDO LOS INTERESES DE UNOS CUANTOS CUENTAN MAS QUE LOS DE TODOS.

Octavio Rodríguez Araujo.

Marcos y AMLO.

Algunos amigos y conocidos han intentado de varias maneras tender puentes entre el lópezobradorismo y el neozapatismo, incluso con la otra campaña. No han querido convencerse de que no son compatibles, y no precisamente por culpa de Andrés Manuel López Obrador. Este ha sido respetuoso, incluso se ha negado a hacer comentarios sobre los fuertes calificativos de Marcos en su contra, y no por quererlo ignorar sino porque quizá no ha juzgado pertinente abrir más flancos en su lucha contra la derecha. Para el ex candidato de la coalición Por el Bien de Todos, sus adversarios (enemigos) han sido muy claros e incluso precisos, pero entre ellos no están las organizaciones de izquierda o así autodenominadas. La política del tabasqueño ha sido unir, no restar. La de Marcos, en cambio, ha sido la contraria.

En su comunicado del 20 de junio de 2005 titulado "La (imposible) ¿geometría? del poder en México", Marcos le dedicó al PRD y a López Obrador casi el doble de palabras que al PAN y al PRI juntos. En el presente envió otro comunicado a adherentes y a simpatizantes de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y de la otra campaña: "L@s zapatistas y la otra: los peatones de la historia" (primera parte). Este documento, no publicado todavía, es de agosto-septiembre de 2006. A Calderón lo menciona una vez, a Fox dos, al PAN cuatro, al PRI cuatro también, al PRD 15, a López Obrador-AMLO 24. El foco de su atención es también López Obrador y, además, Cárdenas ("empleado de Vicente Fox") y su hijo, "el patético Lázaro Cárdenas Batel".

Este segundo documento es muy interesante, pues en él Marcos intenta explicar, otra vez, por qué el EZLN y la otra campaña han estado y están en contra de López Obrador. Aunque nadie me crea, pues resulta sorprendente, fue porque en sus "valoraciones, AMLO ganaría la elección para presidente de la República". Sí, por eso. Y luego se añade que no se equivocaron, que en lo que se equivocaron fue en "pensar que el recurso del fraude electoral era ya cosa del pasado".

¿Y por qué les preocupaba que López Obrador ganara, y no Calderón o Madrazo? Sus razones, las mismas en parte que las de Gilly, Rascón, Sánchez Susarrey, Pablo Hiriart, Enrique Krauze, Ricardo Alemán y otros, fueron las siguientes: porque "la llegada de AMLO y su equipo (formado por puros salinistas descarados o vergonzantes, además de una runfla de personas viles y ruines) a la Presidencia de la República significaba la llegada de un gobierno que, aparentando ser de izquierda, operaría como de derecha (tal y como hizo, y hace, el Gobierno del DF). Y, además, llegaría con legitimidad, simpatía y popularidad. Pero nada de lo esencial del modelo económico sería tocado." (Las cursivas son mías.)

En su lógica, con AMLO seguiría "la destrucción de nuestra patria" -y añadió entre paréntesis-: "(pero con la coartada de ser una destrucción 'de izquierda')". Y este es el punto clave de su documento de 2006. Si ganaba López Obrador, la oposición y la resistencia "sería catalogada de derecha, sectaria, ultra, infantil, aliada de Martha (sic) Sahagún (entonces era Martita la que 'sonaba' como precandidata del PAN -después la etiqueta diría 'aliado de Calderón'-)".

En términos más sencillos, el planteamiento de Marcos es que su valoración de los candidatos y los partidos en competencia lo llevó a la conclusión de que si ganaba AMLO los mexicanos serían mediatizados e incluso engañados al creer que la izquierda tendría el poder, y si se oponían a ese poder serían estigmatizados. No lo dice, pero el fenómeno sería semejante al que ocurrió en tiempos de Emilio Portes Gil, cuando después de fundado el Partido Nacional Revolucionario el entonces presidente dijo que el que no estaba en él y con él era contrarrevolucionario. Más o menos lo mismo hubiera ocurrido con AMLO de haber ganado la Presidencia.

Con Calderón, en cambio, la izquierda seguiría siendo de izquierda y su oposición también. Por lo tanto hubiera sido mejor que ganara Calderón (o Martita si no hubiera sido desplazada), pues así no hubiera habido (no habrá) confusiones ni mucho menos desilusiones. La vieja tesis de ciertos ultraizquierdistas que prefieren el gobierno de un dictador que de un reformista, porque con el dictador el enemigo es muy claro y con el reformista no, además de que con el primero se agudizan las contradicciones sociales y con el segundo se metamorfosean, no son tan evidentes. ¡Qué didáctico!

¿Exagero? De ninguna manera. A continuación cito otro párrafo del texto de Marcos, referido al supuesto de que hubiera ganado López Obrador: "Pero la ilusión se acabaría a la hora en que se fuera viendo que nada había cambiado para l@s de abajo. Y entonces vendría una etapa de desánimo, desesperación y desilusión, es decir, el caldo de cultivo para el fascismo."

Además de que no entiendo por qué el desánimo, la desesperación y la desilusión serían caldo de cultivo para el fascismo, tampoco entiendo por qué con un gobierno de derecha, que pudiera ser fascistoide, no habría desánimo, desesperación y desilusión. La única respuesta ya ha sido anotada: si gobierna la derecha, y todavía mejor si es la ultraderecha, la población mayoritaria tendría muy claro quién es su enemigo. Sí, como los chilenos con Pinochet: lo soportaron durante casi 16 años y cuando el dictador convocó a un plebiscito (si continuaba o no en el poder), el No apenas rebasó por unos cuantos puntos porcentuales al Sí.

Ya antes Marcos había escrito (el 20 de junio de 2005) que AMLO "nos va a partir la madre a todos" y que cuando gobernó el DF anidó "el huevo de la serpiente", es decir el nazismo. Ahora ha dicho más o menos lo mismo, aunque justo es decir que le reconoce, a diferencia de sus antecesores, que tiene "carisma y habilidad". ¡Vaya, menos mal! Pero la buena noticia de la otra campaña, que seguirá hacia el norte, es que Calderón, si nada cambia, será el presidente y así no habrá desánimo, ni desesperación, ni desilusión ni, por lo tanto, caldo de cultivo para el fascismo.

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